Romper las ataduras
espaciales y temporales,
para mirar más allá
de este momento
deshumanizado
que sólo admite como
real y como válido
los fines que busca el
congreso del mundo:
crear un individuo que
produzca
bienes materiales,
no uno que produzca
bienes del intelecto;
que sea un objeto
cauterizado
que no comprende lo que
vive,
y no un sujeto sensible
que evidencia
comprensión de los fenómenos;
que sea un ser que toque
lo mecánico,
no un ser que toque
lo vivo;
un ente
materialista,
no un hombre
espiritual;
un amador del
sustantivo,
no uno del verbo y el
adjetivo;
un antibelleza, un
antiverdad, un antiimaginación,
un antiideales, un
antiarte, un antiamar.
En un mundo donde la
palabra se violenta, se envilece y se destruye,
pero no una palabra que
armonice, que conmueva y sea visionaria;
en un mundo de imágenes
pródigas de sensiblería,
pero no de imágenes
apoyadas en profundas ideas y emotividad;
en un mundo donde se
informa mucho,
pero se comprende bien
poco;
en un mundo
perfectamente técnico,
pero perfectamente estupidizado.
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