jueves, 31 de enero de 2013

Carlos Mario Garcés Toro... 04



XV
Para Fáber Cuervo
El hombre libre
no bebió del agua
estancada de la fuente,
no bebió el veneno,
que todos bebieron.
Entonces al que no bebió
del agua que estanca
lo llamaron el loco.



XVI
La vida dejó de ser vida, para ser
una representación de la vida.



XVII
El infierno y el paraíso
redentores de lo humano
pasan por los libros.
Por eso cierran librerías y bibliotecas.
Y en su lugar construyen
otros infiernos y paraísos
guillotinas de la imaginación.



XVIII
En la mañana encantadora de inocencia
bajo el influjo de las notas del flautista
los niños se divierten y ríen
como inmortales en la montaña del juego.
Al medio día y en la tarde de experiencia
sus cerebros producen el árbol del mal
cuyos frutos engañosos devoran
los verdugos de la imaginación,
que como cuervos en vuelo noticioso
esparcen rápido sus novedosas semillas
que crecen entre los tallos y el asfalto
como trigo falso por los cuatro cabos de la tierra.



XIX
Si la fe te salva,
si la moral te salva,
si la inteligencia te salva,
entonces el mundo vive amortajado.

miércoles, 30 de enero de 2013

Carlos Mario Garcés Toro... 03



X
LOS CONDENADOS
Las nubes son los barrotes
que se alejan y se acercan.
Cebados por el deseo, la codicia,
el poder y el juego.
La luna y las estrellas
son las luces del penal.



XI
Narciso se mira en el espejo del agua
que lindo es Narciso
con sus miles de cabezas
que se mueven pegadas al mismo cuello,
todas hablan y no difieren,
todas cantan en coro
versos lúcidos y racionales.
Narciso canta
con sus miles de cabezas
pegadas a su cuello
la canción de la experiencia
que las conduce mansamente
a la uniformidad en el espejo del agua.




XII
Cierren las puertas,
cierren las puertas,
cierren las puertas…
y la exterioridad
duerma,
duerma,
duerma…




XIII
Participan de la ceremonia externa
que los conduce a la adoración,
las imágenes divinas
han cesado en su interior.





XIV
Si no quieres perder la ceguera
cree ciegamente en la razón.
Ríndete a la fisiología,
a la religión conceptual.
Desprecia la imaginación
y cualquier asomo de espiritualidad.
Admite que el arte y la cultura
no son el remedio que conduce a la belleza.
Aprueba que la filosofía y las humanidades
son una piedra en el camino del progreso y la tecnología.
Acepta que la poesía y la literatura
son un estorbo para la pacificación del mundo.

martes, 29 de enero de 2013

Carlos Mario Garcés Toro... 02


VI
Charcas de sangre y agua podrida,
campos de hierba enrojecida
donde las ranas se ahogan en su croar,
pelicanos, gaviotas y alcatraces
que saltan cubiertos de brea y borrachos de aceite.
Niños que huyen y gritan desnudos en una carretera
por las bombas que cayeron sobre su aldea,
mientras el piloto masticaba chicle
y escribía en el vidrio el nombre de su amada.



VII
El orador no es Tiresias el Vidente
sino el animador estrella de la televisión.
La civilización los lleva a medrar
en torno al espectáculo de masas.



VIII
Un aparecido o un loco
vestido con un traje de arlequín preguntó a otro:
-¿Es este el siglo de los hombres ruidosos y vacíos?
¿Es este el siglo dónde la palabra se ultraja y se envilece?
¿Es este el siglo dónde se piensa y se siente poco?
-Exacto, contestó el otro.



IX
EXILIADOS
Sin Dios,
sin amor,
y sin esperanza,
¿a dónde ir?

lunes, 28 de enero de 2013

Carlos Mario Garcés Toro... 01


I
En el valle profundo y oscuro
de huesos blanqueados por la lluvia,
por dientes de ratas que escarban la tierra,
vaga la muchedumbre de ruidosos y vacíos
por calles y parques de ciudades que se oxidan,
solos en el hastío y en su raquitismo interior.



II
Somos los hombres de la impostura,
esqueletos sin médula
de inquietudes espirituales y humanas.
Como ratones en muchedumbre
salimos a consumir el queso, el cebo y la trampa,
encantados por la música ilusoria del flautista
al que seguimos por entre imágenes que se repiten en tiendas.



III
Bajo este cielo de moneda rutilante
camina la horda embelesada
que trocó la parábola del talento
por el tráfago sin horizonte.
Alejándose de sí mismos,
de cuanto puede haber de divino.
Por eso sus días y noches de vigilia
son largas y llenas de tedio,
saben que inútil es el combate,
como inútil es el tormento del ánimo.



IV
La utopía de la producción de bienes
aplastó la conservación de las abejas y las flores.



V
Muchas palabras discurren por la pantalla
para entretenerte y acercarte al tedio,
te obligan a dirigirte a la ventana,
a tomarte el rostro entre las manos.

jueves, 24 de enero de 2013

Un ejercicio de poesía de Emiro…



BIBLIOTECARIOS DEL MUNDO: ¡HUID DEL DOGMA! 

Compañeros bibliotecarios: 


Entre los Bibliotecarios Populares, comprobé que los pueblos del mundo sobreviviremos si vamos tras los puntos suspensivos de este trasegar y qué tan desventurados son los pueblos del mundo que no escuchan sus propias preguntas, pues estarán vedados para la ciencia y el arte. Paulatinamente los carcomerá el dogma. 



1. Este oficio es uno de los más hermosos del mundo, porque modifica mi mirada sobre el mundo cada día. A cada paso mi mirada es nueva y, si quiero, re-vitaliza, me llena de energía para otear el horizonte. Vamos tras los puntos suspensivos de este trasegar

2. Este oficio está entre los oficios más perennes que el hombre se haya inventado: Como los atizadores del fuego, como los rompehielos, como los molinos del viento, tal vez imitando a las hormigas, cuidamos la memoria para los que un día también vendrán a tomar decisiones. Vamos tras los puntos suspensivos de este trasegar. 



3. Este oficio puede llamarse de muchas maneras. Hemos coincido en llamarlo bibliotecario. Pero también somos memoriosos y algo de amanuenses. A veces nos embadurnamos de soberbia, otras nos amilana el apabullamiento, pero pocas ocasiones nos obnubila la desazón: cada vez queremos ver mejor. Vamos tras los puntos suspensivos de este trasegar.


 
4. Este oficio nos enseña a leer las almas en sus intenciones, en sus ilusiones, en sus bajezas. Somos humanos. Muchos autores han escrito sobre lo "demasiado humanos". Con seguridad que fueron o convivieron con bibliotecarios de algún lar del mundo: sólo hablan al oído atento del lector los que han escuchado el gran concierto de voces del mundo: una biblioteca. Vamos tras los puntos suspensivos de este trasegar.


 
5.Este oficio nos compromete con los poderes del mundo: Enseñar, ayudar, servir. Enseñar, contribuir, velar. Enseñar, planear, hacer. Enseñar, cultivar, sembrar. Enseñar, pensar, discernir. Enseñar, leer, escribir y siempre volver a enseñar, leer, escribir y pensar y siempre volver a... Siempre volver a los puntos suspensivos. 



6. Este oficio nos hace gavieros: aprendemos a ver a través de la bruma marina. A lo lejos vemos cuando lloverá e intuimos los días de sol. También presentimos la hambruna, la injusticia y sus inclemencias. Sabemos de las trampas del azar y
sus cegueras. Desventurados los pueblos indiferentes ya que nunca quisieron leer y escribir, es decir, nunca quisieron sentir la vida entre sus venas correr. 



7.Este oficio bibliotecario nos da fuerzas para decir presente, aún desde la ausencia y, se toma para sí la voz del viento y hace eco eco eco ¿lo esta oyendo? Conjeturo que así nacieron las preguntas. Desventurados los pueblos que no escuchan sus propias preguntas, estarán vedados para la ciencia y el arte. Paulatinamente los carcome el dogma.


 
8. Este oficio bibliotecario sacude el polvo, la rutina, caza peleas con el día y la noche. Es constante, también con todos sus sinónimos. Es intemporal y afín a todos los vendavales. Desafía cual más los fenómenos de la naturaleza y les arrebata el papel de la memoria... Hypatia tus contemporáneos nunca entendieron para qué la memoria. Desventurados los pueblos que nunca hayan contado con la presencia de una Hypatia.

 
9. Este oficio bibliotecario suma, multiplica, potencia voces. Hace tribunas donde otros sólo encuentran tumulto. Sustenta credos donde otros sólo profesan capitulaciones. Si el bibliotecario renuncia, el pueblo peligra y, el silencio que le sigue trae oscuros presagios. Desventurados los pueblos que no cuidan de su memoria, desventurados los pueblos que desprecian a sus bibliotecarios. 


10. Este oficio bibliotecario nos enseña a conocer de polillas, antigüedades e innovaciones. El olfato, el tacto, el oído, el gusto y la visión se adiestran hacia universos inacabados y fabulosos porque leemos y escribimos. Desventurados los bibliotecarios se que vuelven polilla. Desventurados los pueblos que los acogen. 



Medellín, parque biblioteca Belén abril del 2010 - revisado enero de 2013

Luis Emiro Álvarez .
Bibliotecólogo. - U. de  A. T.P. 670 C.N.B.
celular 3134881933
Yopal - Casanare

miércoles, 23 de enero de 2013

Educación Por: William Ospina...


Los artistas son esa clase de gente de la que siempre decimos que nació aprendida.

Sentimos que Mozart sabía música desde siempre, que Rimbaud era un maestro de la lengua desde el origen, que Rembrandt y Miguel Ángel debían saber dibujar antes de saber hablar, pero ello no significa que no tuvieran que aprender. Cuanto más dotado un ser humano para un lenguaje y para un arte, más arduo le será dominar ese talento hasta convertirlo en algo verdaderamente fecundo.

No olvidamos la ardua disciplina a que fue sometido Mozart desde niño; las desmesuradas dosis de lectura a que se sometió Rimbaud desde su infancia y a lo largo de su adolescencia, desde la gran literatura en francés hasta los clásicos latinos; el duro trabajo que debió ser el estudio de Miguel Ángel o de Rembrandt en el taller de sus maestros.

Pero si conocemos los talentos que vienen escritos en un cuerpo, sabremos también a qué disciplinas estará dispuesto a someterse, porque hay una correspondencia milagrosa entre las habilidades y la dedicación: nadie se aplica de manera abnegada y obstinada sino a aquello que lo estremece profundamente. Y esto puede decirse de todas las disciplinas, porque, en realidad, no importa cuál sea la disciplina escogida, si corresponde a una vocación, la persona terminará haciendo de ella un verdadero arte. Todo profesional comprometido y apasionado es un artista; y arte no significa aquí sólo la búsqueda de armonía y de ritmo, de belleza y refinamiento, sino de sentido profundo, de fuerza creadora, de revelación y de fecundidad.´

Para nosotros, por ejemplo, la caligrafía es una habilidad olvidada, pero en China es una de las bellas artes y por momentos se confunde con la danza. Sabemos que el pintor no es la pintura, el escultor no es la escultura, el músico no es la música, pero el bailarín es la danza; la más antigua de las artes porque en ella la obra se confunde con el cuerpo que la ejecuta.

Y si en China la escritura se confunde con la danza es porque el que escribe y lo que se escribe han llegado a una suerte de extática identificación: el cuerpo es la escritura. Algo que algunos visionarios intuyeron posible, como Franz Kafka cuando dijo que la caligrafía es el sismógrafo del alma.

Hoy la mecanización de la vida tiende a sujetarlo todo a la rapidez y a la eficiencia, pero tarde o temprano comprenderemos que para vivir plenamente no basta ser productivos o eficientes; algún día tendremos que volver a escribir con todo el cuerpo.

Cada vez se esfuerzan más porque la educación nos convierta en ejecutores insensibles de tareas con las que no estamos comprometidos. Se dice que en cierto país había obreros trabajando en una fábrica de aspiradoras y nunca se dieron cuenta de que en realidad estaban fabricando piezas para armas de guerra. Para la macroeconomía insensible y perversa ese es el ideal: el trabajador que no interviene en el diseño ni en la concepción ni en la valoración de lo que produce. Pero para una noción respetable de humanidad, algo por lo que valga la pena vivir y morir, cada quien necesita la inteligencia de lo que hace, el trabajo no debe dar sólo rendimiento sino un sentido a la vida, una justificación moral al esfuerzo, un sentido de dignidad y de belleza.

Y si estas cosas les parecen tonterías al gran capital y sus áulicos, es porque son tremendamente revolucionarias; ponen en cuestión no sólo los procesos sino los resultados, no sólo los medios sino los fines. Nos recuerdan que la democracia no está sólo para producir el bien de todos, supuesto fin de los totalitarismos, sino el bien de cada uno, y para ello debe ser importante lo que cada quien piensa de lo que hace.

El viejo ideal de hacer de cada oficio un arte puede parecer un desvarío romántico a los prosélitos de la eficacia y de la dictadura del cerebro central. Pero hace poco ese ideal ha sido ratificado desde donde menos se esperaba: del corazón de la sociedad industrial, en la voz del fundador de la segunda gran corporación de EE.UU., Steve Jobs, a quien el mundo despidió agradecido hace unas semanas.

En su discurso a los graduados de la Universidad de Stanford en 2005, Jobs recomendó preferir la intuición al esquema, la vocación a los conocimientos impuestos, la curiosidad sin propósitos a la disciplina inflexible, la incertidumbre del que experimenta a la certeza del éxito, la pasión de buscar a la satisfacción de haber encontrado. Parecen las palabras de un hippie, y en cierto modo lo son, de modo que los encorbatados ejecutivos de las multinacionales y de sus satélites académicos no acertarán a explicar cómo fue que un hombre con esa mentalidad, más poética que pragmática y tan científica como estética, se convirtió en un empresario tan exitoso, un innovador tan genial, y un hombre tan digno de respeto y de memoria.

Hasta confesó que fue su ocioso e improductivo amor por la caligrafía lo que hizo que en el diseño de los computadores personales hubiera incorporado tipos de letras tan delicados y artísticos, poniendo al alcance de la humanidad recursos estéticos tan notables como los que ofrece la informática contemporánea. ¡Dónde viene a saltar la liebre de la poesía, que parecía desterrada del jardín de las cosas prácticas!

En el arte de la afectividad, en el necesario viaje a pie que debería ser nuestro aprendizaje del mundo, en esas otras artes que deben ser la digestión y la salud, el cuerpo es la medida de nuestra sabiduría. Aprendamos la pasión, el ritmo, la levedad, el sentido de la belleza, aprendamos el sentido de la gratitud y de la convivencia, y estaremos preparados para las grandes empresas del porvenir.

martes, 22 de enero de 2013

El lenguaje propio debe morir un par de veces en la vida. Anabel Torres...



 A escasos meses de su regreso al país, Anabel Torres, una de las poetas más destacadas en nuestro panorama nacional, concedió en exclusiva una entrevista para el gaviero periódico literario.


El Gaviero: ¿Quien es Anabel torres, según ella misma? Desde la historia de la literatura colombiana tenemos un referente, pero nos gustaría saberlo por ella misma.
Anabel: soy una privilegiada porque me gusta escribir, ahora, que no les guste a los demás lo que escribo, no es asunto mío…decir que me gusta escribir no es lo mismo que decir; me gusta lo que escribo porque los que somos palabreros nos ponemos muy serios con eso de la revisión, siente como cuando se pone los patines cada vez que pone las palabras por primera vez sobre una página.



El Gaviero: ¿a que edad empieza a escribir Anabel Torres?
 Anabel: podemos decir  que me inicie primero como lectora en Newyork, auque cuando llegué a esta ciudad había leído todo lo que tenía, esta experiencia fue bonita por que se dio el encuentro con el idioma ingles. En la escuela la profesora nos organizó una guía de lectura con libros muy elementales, aprendíamos frases como mamá mima a tal o la pelota saltó. Tres o cuatro palabras en una página. Eso por un lado  me exaspero por otro me dio una idea; yo ya había leído a los hermanos Grimm, por ello no veía ningún avance. Por una página solo pasaba una pelota, pero a la vez ese ejercicio me enseñó la cosa plástica del poema, las palabras solas, si son poquitas como que respiran más. eso me sirvió para empezar a escribir, auque en realidad yo escribía desde muy pequeña, cuando todavía vivíamos  en  Medellín había escrito unos cuentos. Bueno pero eso que me pasó en Estados Unidos fue muy positivo porque es como si me hubieran dicho tome este idioma haga con él lo que quiera, eso no se rompe, fue como si me soltaran en una guardería de esas de hoy en que los niños pueden hacer lo que quieran y no les pasa nada, eso desde siempre se lo agradezco a los gringos, por que el Español es una lengua solemne y lo que nos mata a nosotros es esa solemnidad. Como que el riesgo no está permitido, ni está permitida la imaginación, ni el juego. La literatura colombiana y no, solo la poesía, adolece del humor y esa falta de humor riñe con el buen gusto. Porque a nivel oral somos unos, pero ya cuando nos enfrentamos a un papel es como si nos pusieran frenos. Esto tiene que ver más con la inseguridad, aunque por otro lado está la vanidad. Es como si adoráramos la literatura, pero no lo suficiente, no hay una relación de confianza porque cuando escribes, tienes que ser diferente.



El Gaviero: pero nosotros sentimos  solemnidad en  tu poesía. ¿Qué piensas?
Anabel: ¡que horror!



El Gaviero: definamos entonces solemnidad
Anabel: lo solemne no es plástico, es como ponerse alrededor de una muralla un frac tieso, algo que no va con el momento. Considero que soy  seria, meditativa o melancólica, pero no solemne, lo solemne está desprovisto de lo espontáneo, toda solemnidad en poesía es falsa. Solemne sería cuando a tu hijo que se está graduando le dan un diplomita, esa imagen tan trillada, para vos es  verdaderamente solemne. Hay muchos que ponen cascaritas, trampas y ganan con eso, pienso que lo verdaderamente importante a este nivel son las trampas que uno mismo se pone, nadie puede tendernos una trampa tan enorme como la que nosotros mismos nos pondríamos. Lo verdaderamente poético no es y no puede ser solemne, si es solemne no existe.



El Gaviero: ¿la escritura de poesía es una  catarsis, es decir posibilita sacar esos demonios que nos ahogan?
Anabel: la poesía es algo que entra en uno y luego hace como cosquillas, no es un desahogo. Es algo que te toca, que te roza. De vez encunado es inevitable escribir, pero esos momentos son extraños, como eso que llamamos inspiración, pero yo ahora escribo diferente, como si hiciera fotos, ya no tanto desde la inspiración, es una sensación más visual, como tomar fotos al aire, como tomar fotos de lugares que pasan. Un poco como poner a rodar la cámara, pero no algo mecanicista, es una concatenación del allá con el acá



El Gaviero:  Vingestein dice que los lenguajes se agotan. ¿Qué piensa al respecto?
Anabel: el lenguaje propio debe morir un par de veces en la vida y volver a nacer o si no pues no es propio. Es como los hijos que no son nuestros. Es muy fácil encontrar el len guaje en el que uno está cómodo y en cambio hay otros que sentimos  que ya recorrimos un camino y es como si volviéramos de vuelta. No puedo desconocer que haya trucos, el escribir es también un oficio.




 El Gaviero: de esos ocho libros que has escrito a partir de 1974, cuando te ganaste un premio con la universidad de Nariño ¿qué diferencia hay entre títulos como Casi poesía, poemas de guerra y agua herida en relación a los de ahora?
Anabel: pienso que no es asunto mío, eso dejémoselo a los críticos, por lo pronto te digo que considero mis libros mas literarios, las bocas del amor y la mujer del esquimal.




El Gaviero: ¿su vida fuera del país como ha sido?
Anabel: he estado viviendo fuera del país por más de veinte años. En Holanda un poco, otro en Londres, luego creí que estaba en España, pero no, estaba era en Cataluña. Los últimos cuatro años se han reafirmado tanto que ya están clavados en el piso con el catalanismo.




El Gaviero: ¿pero, usted vivió la infancia en Newyork?
Anabel: si, pero yo estaba hablando de la segunda ida. Yo digo que me críe en Newyork, porque allí fue donde en realidad salió el mundo. Aquí en Colombia, mi padre no me quiso entrar a estudiar porque de haberlo hecho, habría sido con monjas y el no me quería hacer eso, no es por ofender a las monjas. Sin embargo estuve encerrada en casa con una profesora privada que me daba clases, por eso aprendí a leer desde los cinco años. Nuestra familia no es católica, nos ha parecido perniciosa la educación moralista. De todas maneras hay ética en cada vida y en cada padre.

El Gaviero: ¿En ese ir y venir ha sentido desarraigo?
Anabel: cuando me sentí miope y no sabía que era miope. Mi familia no se dio cuenta, ese es precisamente mi primer desarraigo, con el mundo físico y como a los nueve años lo descubrieron  y me pusieron unas gafas. Vi entonces que esa mancha tenía bordes y forma, que había piedritas en el andén. Ya no me sentía nadando bajo el agua, por eso yo no me sentía tanto de esa tierra que no veía bien y cuando por casualidad llegué a esa tierra en la que si pude ver, yo no era de ahí.
Algo que siempre agradeceré desde entonces es el haber compartido con gente pobre. Lo más importante es que uno aprende las cosas de la vida  de verdad, las canciones y todo lo demás. Por ese entonces recuerdo que me decían cuatro ojos. Me olvidé que no veía y desde entonces siempre he tenido una mirada que no se cansa de ver el mundo, parece que me quedó ese asombro por el ver y de ahí viene talvez lo de la poesía. El desarraigo es fundamental para que una persona escriba, porque el escribir surge cuando una persona no se haya.
Otra experiencia de desarraigo fue cuando regresé a Medellín y mi madre comenzó con su enfermedad mental, siento en esto un gran desarraigo y  lo menciono porque ahora que tengo sesenta años tengo amigas y he conocido gente que está dizque loca. Es tan difícil lidiar con un familiar que padezca enfermedad mental, te pone bastante raro, claro que, en mi caso, la rara era ella, pero yo me sentía rara, aunque según el contexto la enfermedad mental se puede aminorar o aumentar.



El Gaviero: como ves eso de masificar la poesía
Anabel: por más que parezca que se le masifica no es así, no todos los que están en esos eventos de poesía no están allí. Por otro lado, me ha causado asombro es que hay mucho poeta y lo que pasa es que no saben escribir, es algo que siempre me ha fascinado, ahora menos que hace un tiempo. Me he preguntado, carajo  estos que escriben poemas tan malos, pero les habita un alma grande, un alma de poeta. Uno los ve bregar y bregar, a los veinte años han aprendido el truco y otros siguen escribiendo mal, yo me digo para mi este es un poeta, con esas ganas que tiene de escribir. En esa  búsqueda  hay una fiesta en la palabra.




El Gaviero: ahora que hablabas del idioma  ingles, cuéntanos un poco de ese oficio que es la traducción.
Anabel: es muy similar a la fase de creación, pero es necesario hacerse muy neutro, desmontarse del ego y permitir que a través de uno hable ese otro ser, como un medium. Nunca he visto una persona que sea capaz  de desmontarse el ego. Es ahí donde podemos encontrar la novedad, la creatividad que tampoco nos está visitando todos los días. El verdadero y admirable oficio de traductor es todo esto y además adentrarse en esa obra de la otra persona y verter eso que te gusta pero a la vez te exige. Yo hubiera sido buena traductora de literatura, porque fue un oficio que no atiné cuando aún estaba joven, pero me dedique a otro tipo de traducciones con las cuales, en parte me he podido ganar la vida. No es que no sean buenas, pero eso no era lo mío. Esto tiene que ver con las excusas normales que uno tiene; atender a los hijos, cuidar la familia y nadie te paga por traducir novelas y que a la larga no son válidas, pues si uno tiene una verdadera fiebre por la literatura y tres idiomas a su disposición. Actualmente me gusta traducir poetas, hay menos poesía de la nuestra traducida al ingles, que de allá para acá. He traducido a Aurelio Arturo, tengo un borrador de Morada al sur. He traducido a Meira del Mar y he estado escribiendo a cerca de ella, mi sueño era escribir un libro sobre Meira y completarlo con una antología de su obra, pensaba llevarlo a Colcultura para concursar por una beca, pero Meira murió esta semana y no aceptan proyectos con poetas  muertos.




El Gaviero: ¿que piensa del nadaismo, hoy  cincuenta años después?
 Anabel: da es tristeza que celebremos cincuenta años del nadaismo, como si a partir de ellos nadie se hubiera portado mal, creativamente mal.





El Gaviero: pero hay algo mucho peor, el neonadaismo, el neonadaismo un movimiento que están tratando de montar buscando el amparo oficial.
 Anabel: mucho peor, pero hablemos del nadaismo, ellos tienen unos poetas que me gustan; Jaime Jaramillo, Darío Lemos, Jota Mario. Si bien es cierto que es preocupante celebrar cincuenta años del nadaismo, no debemos ser absolutamente despectivos, debemos situarnos históricamente. Para el año sesenta y dos esto era una parroquia, para mi era impresionante vestirse de negro y salir a una procesión. Yo era apenas una niña de trece años que se ponía unos shorts, pero era terrible porque me miraban los hombres de una manera muy fastidiosa. Eso me asustaba, no podría explicar lo que sería crecer así.




 El Gaviero: háblanos un poco de acuarimántima. ¿Como fuiste a dar allí además como la única mujer del grupo?
Anabel: es algo como decir “toquenismo” en ingles, una cosa simbólica, pues ellos querían dar a entender que estaban equilibrando la cosa, que si había una equidad de género. No estoy diciendo que me usaran. Yo tenía otros atributos; sabía escribir bien, traducía, tenía buena poesía. Mi participación allí fue muy satelital.




 El Gaviero: el tiempo, por un lado es el dador de cierta sabiduría y por el otro es el inevitable  cronos que nos acaba sin piedad. ¿Que piensas de esto?.
Anabel: la  literatura es un eterno presente. El logro que está ahí es en presente. La literatura es superior a la escritura. Hay que pensar en el tiempo como en un taxímetro que siempre está marcando y no para de hacerlo. Hace unos años yo me sentía como a las tres de la tarde. Hoy siento que me queda una hora de luz.




 El Gaviero: respecto a la poesía filosófica.
 Anabel: son dos conceptos muy distintos. La filosofía es más seria, más de argumentos. El poema es más desinteresado, más relajado. El poema no convence, al menos no busca hacerlo. Si puede ilumina si no, no y listo. La poesía es magia.