martes, 24 de marzo de 2015

Raúl Gómez Jattin__ Poemas ...

La Soledad...



No sé dónde arderás ahora corazón mío 
Necesito entregarte siempre como esclavo Pobre de ti 
Es urgente que enfermes otra vez y otra vez

Qué voy a hacer contigo ahí desocupado 
como estúpida biología Vamos deshazte 
de tu pesadumbre y emprende vuelo

¿Qué te sugiere el momento? ¿Te gusta esa mirada
envejecida pero atenta de tu buena sobrina?
Ve y háblale de cuando lloró sin motivo
O cuando de la risa se orinó en los calzones

O mejor recorre un campo y siembra un árbol suntuario
O llévate cordel y una navaja 
y construye un barrilete y eleva con él tu soledad hasta las nubes

No No queremos los dos amigo mío hacer nada de eso
Queremos acostarnos otra vez sobre su vientre 
Pero esos tiempos han pasado Su cuerpo y su deseo 
deambulan entre cines y bares de la urbe 
enfebrecidos detrás de otros cuerpos y otros deseos
Y eso está bien Es su vida sin nosotros
Tiene derecho también a un placer libre
Allí está sola la luna y no se muere Solo está el viento 
Tú me tiene a mí
Y a Nuestra Señora La Soledad



Yo tengo para ti mi buen amigo...


Yo tengo para ti mi buen amigo

un corazón de mango del Sinú
oloroso
genuino
amable y tierno
(Mi resto es una llaga
una tierra de nadie
una pedrada
un abrir y cerrar de ojos
en noche ajena
unas manos que asesinan fantasmas)
Y un consejo
no te encuentres conmigo


Fuente:http://www.poemas-del-alma.com/raul-gomez-jattin-yo-tengo-para-ti-mi-buen.htm 

miércoles, 18 de marzo de 2015

Julio Cortazar_Poemas_ Los amigos y El Encubridor

LOS AMIGOS
En el tabaco, en el café, en el vino,
al borde de la noche se levantan 
como esas voces que a lo lejos cantan
sin que se sepa qué, por el camino.

Livianamente hermanos del destino, 
dióscuros, sombras pálidas, me espantan
las moscas de los hábitos, me aguantan 
que siga a flote entre tanto remolino.

Los muertos hablan más pero al oído,
y los vivos son mano tibia y techo,
suma de lo ganado y lo perdido.

Así un día en la barca de la sombra,
de tanta ausencia abrigará mi pecho
esta antigua ternura que los nombra.




Ese que sale de su país porque tiene miedo, 
no sabe de que, 
miedo del queso con ratón, 
de la cuerda entre los locos, 
de la espuma en la sopa. 
Entonces quiere cambiarse como una figurita, 
el pelo que antes se alambraba 
con gomina y espejo lo suelta en jopo, 
se abre la camisa, muda de costumbres, 
de vino, de idioma. 
Se da cuenta, infeliz, que va tirando mejor, 
y duerme a pata ancha. 
Hasta de estilo cambia, 
y tiene amigos que no saben su historia provinciana, 
ridícula y casera. 
A ratos se pregunta como pudo esperar 
todo ese tiempo 
para salirse del río sin orillas, 
de los cuellos garrote, 
de los domingos, lunes, martes, miércoles y jueves. 
A fojas uno, si, pero cuidado: 
un mismo espejo es todos los espejos, 
y el pasaporte dice que naciste y que eres 
y cutis color blanco, nariz de dorso recto, 
Buenos Aires, septiembre. 
Aparte que no olvida, 
porque es arte de pocos, 
lo que quiso, 
esa sopa de estrellas y letras que infatigable comerá 
en numerosas mesas de variados hoteles, 
la misma sopa, pobre tipo, 
hasta que el pescadito intercostal 
se plante y diga basta. 
Antes, después
como los juegos al llanto
como la sombra a la columna
el perfume dibuja el jazmín
el amante precede al amor
como la caricia a la mano
el amor sobrevive al amante
pero inevitablemente
aunque no haya huella ni presagio

aunque no haya huella ni presagio
como la caricia a la mano
el perfume dibuja el jazmín
el amante precede el amor
pero inevitablemente
el amor sobrevive al amante
como los juegos al llanto
como la sombra a la columna

como la caricia a la mano
aunque no haya huella ni presagio
el amante precede al amor
el perfume dibuja el jazmín
como los juegos al llanto
como la sombra a la columna
el amor sobrevive al amante
pero inevitablemente


Esta ternura y estas manos libres,
¿a quién darlas bajo el viento ? Tanto arroz
para la zorra, y en medio del llamado
la ansiedad de esa puerta abierta para nadie. 
Hicimos pan tan blanco
para bocas ya muertas que aceptaban 
solamente una luna de colmillo, el té
frío de la vela la alba.
Tocamos instrumentos para la ciega cólera
de sombras y sombreros olvidados. Nos quedamos
con los presentes ordenados en una mesa inútil,
y fue preciso beber la sidra caliente
en la vergüenza de la medianoche.
Entonces, ¿nadie quiere esto,
nadie?

martes, 3 de marzo de 2015

Estanislao Zuleta: sus conferencias

25 años de la muerte de un pensador sui generis_ Estanislao Zuleta

Fabio Jurado Valencia, miembro del Instituto de Investigación en Educación de la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional de Colombia, presenta un texto donde analiza el método más usado por el investigador antioqueño para relacionarse con las personas.

Estanislao Zuleta: sus conferencias
En la década de 1970 Cali es el epicentro de los movimientos culturales. Pero no hay movimiento cultural sin movimiento político. Todo movimiento político deviene de corrientes de pensamiento filosófico. Entonces cultura, política y pensamiento filosófico constituyen un solo cuerpo, son interdependientes; podría plantearse también que el movimiento político y el pensamiento filosófico se encarnan en la cultura o la hacen posible. En la cultura ubicamos las fuerzas del arte pictórico, de la música, la literatura, el teatro y la tradición popular. En la política, para nuestro caso, la militancia de izquierda y sus grandes debates. En el pensamiento filosófico tiene un lugar preponderante la epistemología y el psicoanálisis.
En estos oleajes se movió el discurso oral de Estanislao Zuleta. Es el conferencista emblemático, el catedrático sin títulos que llena auditorios, el conversador que convoca al corrillo, el intelectual que es sujeto de consulta para mediar en los desacuerdos. Ciertas fuerzas apuntaladas en los efectos del festival de las artes de Cali propiciaron la interlocución con otros que habían regresado de las universidades francesas. La Universidad del Valle, en la sede de San Fernando, y la Universidad Santiago de Cali, cuando no era estrictamente privada, son los escenarios para escuchar y discutir con Zuleta. Cali fue el nicho donde Zuleta, oriundo de Medellín, encajó con sus posiciones filosóficas innovadoras, pues no cabía en otro lugar, en un momento en el que todos preguntábamos, porque todos escuchábamos, y escuchábamos porque leíamos y leíamos no para cumplirle a la academia sino para discutir en las células de la militancia y para alimentar los alegatos en los cafés y las cantinas. Había horizontes intelectuales sin importar si eso serviría para algo práctico. Y siempre la figura de Zuleta estaba allí como una recurrencia argumentativa para interpretar una película, una novela, un poema, una pieza de teatro, un tango o un bolero.
Con las disertaciones orales de Zuleta constatamos cómo la escritura está en el lector aunque no escriba. El buen lector escribe sus representaciones mentales cuando habla; es el caso de Zuleta. Su obra proviene de la labor de los amanuenses; ya sea con las grabaciones de las conferencias o las grabaciones de las conversaciones o de sus disertaciones pedagógicas, quienes toman esos registros para la transcripción solo hacen eso: transcriben y hacen explícitos los signos de puntuación y los conectores en la segmentación que presupone la escritura cuando se hace pública; un halo de universalidad respiraba a través de su voz, era pues una voz escrita en la voz oral.
Por lo que sabemos, Zuleta no tenía la paciencia para corregir las transcripciones quizás porque su fogosidad intelectual trastornaría lo ya dicho; son compulsiones de un hombre acosado por las ideas y que hace del lenguaje oral una fiesta, como lo dice respecto a la lectura de la Historia del Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, en esa conferencia magistral, la más iluminadora para los maestros: “Sobre la lectura”. Toma las palabras de Marx y nos hace sentir la necesidad de leer El Capital y la Crítica del programa de Gotha; evoca las ideas de Nietszche, las del Zaratustra, y nos hace ver que algo nos falta para asumir la investidura del lector crítico; vuelve sobre Freud y nos ayuda a comprender la complejidad de la condición humana, a la vez que nos orienta sobre cómo el psicoanálisis no solo contribuye en los análisis del arte sino que nos ayuda a vivir y a comprender al Otro, cuando lo estudiamos.
“Sobre la lectura” es una conferencia de 1974, dictada en Medellín, que repite en 1978 en Bogotá. Cita allí a Mijail Bajtin, particularmente su estudio sobre Dostoievsky, cuando apenas este teórico/filósofo ruso comenzaba a ser traducido a las lenguas romances. Se presume que Zuleta leyó las primeras traducciones francesas y en consecuencia pudo acceder a los planteamientos de Bajtin en ese ir y venir de los libros que caracterizó a la década de 1970 en Cali, enlazada con Argentina, México y España; será el primer colombiano en introducir las ideas de Bajtin para cohesionar su propio pensamiento y provocar en torno a los principios de la heterodoxia en la comunicación, la democracia, el carnaval y resaltar el carácter polifónico de las obras literarias en las que el autor permite la autonomía ideológica de sus criaturas de ficción, como observará Zuleta en la obra de Thomas Mann.
En el campo de la crítica literaria, entendida como una vía para la formación de lectores –fue la pretensión de Zuleta, más que aportar a la historia de las literaturas- el estudio sobre la vida y la obra de Thomas Mann (25 conferencias) ilustra el trabajo hermenéutico sobre textos altamente simbólicos, como La montaña mágica, y tácitamente diserta para aquellos destinatarios de distintas profesiones que buscan en la literatura respuestas a sus dilemas. El caso, por ejemplo, de los médicos y de las enfermeras, es una presencia en sus reflexiones: lo que ocurre en el sanatorio en La montaña mágica, con las patologías de unos y otros; la enfermedad es descanso, refugio y fuga, dirá respecto al protagonista de la novela de Mann. Zuleta dedica gran parte de estas conferencias a mostrar una especie de psicopatología en las enfermeras y los médicos y en las relaciones con sus pacientes, separados por las percepciones sobre la vida, la enfermedad y la muerte. Pero también hay un lugar para los ingenieros –el protagonista es un joven ingeniero naval-, los músicos –en lo profundo de la novela se perciben los tonos de Wagner- y los abogados –siempre asociados con la propiedad-. De allí el interés de los profesionales de distintos ámbitos en las conferencias de Estanislao Zuleta, en las décadas de 1970 y 1980.
Unos meses antes de su muerte en Cali, acaecida el 17 de febrero de 1990, con Gabriel Alzate visitamos a Zuleta; conversamos sobre la situación política del país; era notable la melancolía y la nostalgia; Cali ya no era la ciudad de los 70; los interlocutores fuertes se habían dispersado: unos hacia el extranjero, otros hacia la política de los partidos tradicionales, otros hacia el narcotráfico, otros hacia los movimientos guerrilleros y otros enloquecieron o se aislaron. Hoy podemos decir que Zuleta murió de una aguda melancolía por la situación de la ciudad y el país.
Fuente: http://www.elespectador.com/noticias/nacional/estanislao-zuleta-sus-conferencias-articulo-544386