Nuevos narradores, Alt Lit... Nos hemos acostumbrado a que los movimientos literarios se transformen en fenómenos editoriales, pero quizá resulte interesante preguntarnos por la primera experiencia. El boom latinoamericano fue un movimiento pionero en acompañar un estallido literario de una planificación editorial. En este artículo queremos desarrollar algunas claves para entender el éxito internacional de los narradores latinoamericanos durante las décadas de los sesenta y los setenta.
Contexto del boom latinoamericano
— Los escritores del boom combinaron la experimentación formal con la voluntad política en la elección de los temas. Sus obras buscaban reflejar la convulsa situación de América Latina en aquellos años. Según el crítico literario Gerald Martin, «no es una exageración afirmar que el sur del continente fue conocido por dos cosas por encima de todas las demás en la década de 1960; éstas fueron, en primer lugar, la Revolución cubana y su impacto tanto en América Latina como en el tercer mundo en general; y en segundo lugar, el auge de la literatura latinoamericana, cuyo ascenso y caída coincidieron con el auge y caída de las percepciones liberales de Cuba entre 1959 y 1971».
— Siguiendo las indicaciones de Gerald Martin, podemos dibujar un contexto para los escritores del boom. El inicio del movimiento coincide con el triunfo de la Revolución cubana (1959) y el intento de invasión de la isla por parte de Estados Unidos, que desemboca en un acercamiento a la URSS por parte de Cuba, incluyendo la crisis de los misiles (1962). En paralelo, las democracias de América Latina se quiebran: regímenes dictatoriales, tanto de izquierdas como de derechas, dominan en Argentina (1962, 1966, 1976), Perú (1968), Chile (1973) o Uruguay (1973).
— Para comprender el éxito de este grupo de escritores merece la pena establecer varias coordenadas. Encontraron la inspiración en sus países de origen, puesto que sus novelas transcurren en ellos, y su historia tiene un peso fundamental en la trama; sin embargo, la gran mayoría publicaba en editoriales españolas —muchos de ellos vivían en Barcelona—, que les abrieron las puertas de Europa. En este sentido, el papel del escritor y editor Carlos Barral —director de Seix Barral— y de la agente literaria Carmen Balcells fue fundamental.
Características del boom latinoamericano
— La vanguardia formal es uno de los principales rasgos de los escritores del boom. El lector encuentra en ellas complejas estructuras temporales, multiplicidad de perspectivas narrativas, tratamiento novedoso del lenguaje, con neologismos y juegos de palabras... Existe una influencia evidente, al menos en el principio, de la novela europea.
— En cuanto a la temática, la identidad es uno de los pilares de este movimiento. La identidad se analiza, pero también se cuestiona: algo que se consigue tanto con la invención de escenarios que resultan paradoja y profundamente cercanos a la realidad —Macondo, el pueblo ficticio de Gabriel García Márquez; quizá te interese leer nuestro artículo sobre el realismo mágico—, como con la inclusión de la política y la historia en la narración. De hecho, la novela histórica es uno de los géneros más frecuentados por los escritores del boom.
Autores principales
En su ensayo Aquellos años del ‘boom’ (RBA, 2014), el periodista Xavi Ayén incluye a Alfredo Bryce Echenique (Perú), Guillermo Cabrera Infante (Cuba), José Donoso (Chile), Jorge Edwards (Chile), Álvaro Mutis (Colombia) y Nélida Piñón (Brasil).
Libros fundamentales del boom latinoamericano
— Rayuela (1963), de Julio Cortázar. Un auténtico artefacto, una «contranovela» en opinión de su autor: un juego con múltiples finales que desafía a quien lo lee. Horario Olivera vaga por París en busca de su amante, La Maga. Una historia de amor, muerte y escritura que desemboca —si el lector lo desea— en Buenos Aires, como la propia vida del autor.
— La ciudad y los perros (1963), de Mario Vargas Llosa. Un grupo de adolescentes estudia bajo la severa disciplina de un colegio militar que nunca se menciona, pero que recuerda al Leoncio Prado, en el que vivió internado el propio autor. Sus protagonistas aprenden a convivir en un ambiente que les impide desarrollar sus individualidades.
— Cien años de soledad (1967), de Gabriel García Márquez. Narra la historia de siete generaciones de la familia Buendía, residentes en el pueblo ficticio de Macando. Una novela sobre guerras, revoluciones y desgracias, en la que García Márquez desarrolla su reflexión sobre la condena de la soledad y la salvación que ofrece la ficción.
— Cambio de piel (1967), de Carlos Fuentes. Javier, Elizabeth, Franz e Isabel viajan en coche de Ciudad de México a Veracruz, aunque se ven obligados a detener su trayecto para dormir en Cholula. Una historia sobre la historia universal desde la óptica mexicana, en la que Fuentes apuesta por la introspección mezclando la realidad y —por así decirlo— el deseo.
Algunos críticos literarios asocian el realismo mágico al boom, considerándolo no un movimiento precursor, sino una primera “avanzadilla”. Randolph D. Pope se remonta a las obras de Juan Carlos Onetti (El pozo, 1939), Miguel Ángel Asturias (El señor Presidente, 1946, y Hombres de maíz, 1949) o Ernesto Sábato (El túnel, 1948). Por su parte, Fernando Alegría se limita a adelantar unos años del inicio del movimiento, con Hijo de hombre (1959), de Augusto Roa Bastos.
Fuente: https://www.estandarte.com/noticias/autores/el-boom-latinoamericano-algunas-claves_3571.html