El título de «El Gaviero», no hace alusión al personaje del escritor colombiano Álvaro Mutis, «Maqroll el Gaviero», viejo marino, extraño y errabundo «alter ego» del poeta. El nombre se origina en un término usado en la marina, la gavia, que etimológicamente proviene a su vez de gaviota. Es la parte más alta de un barco, en donde se aposta un hombre que otea, aguza y escudriña el horizonte. Una metáfora, si se quiere. Contacto: elgavieroperiodicoliterario@gmail.com
jueves, 23 de diciembre de 2021
jueves, 4 de noviembre de 2021
El X-504 que yo conocí y su influencia en mi formación Carlos Mario Garcés Toro
Hacia comienzos de 1987 conocí a Jaime Jaramillo Escobar (X-504), quien dirigía el taller de poesía de la Biblioteca Pública Piloto, de Medellín. Unas semanas atrás había leído en el suplemento literario de El Colombiano la convocatoria al taller de poesía, el cual tenía entre algunos de sus requisitos enviar los interesados varios poemas de su autoría, ya que el cupo era limitado, por lo cual se haría una selección de los participantes. Un domingo, a eso de las ocho de la noche, sonó el teléfono, y del otro lado de la línea escuché, por primera vez en mi vida, la voz bien timbrada, qué digo, el vozarrón de X-504, quien me felicitaba y me decía que le habían gustado mucho mis poemas, y que, por lo tanto, yo había sido escogido para ser un integrante del taller. Razón por la cual me comunicaba que nuestra primera reunión sería el miércoles venidero, a las seis de la tarde (solo años después, creo que, por razones de orden público, el taller sería trasladado a los sábados en la mañana). Sobra decir que aquella noche no pude contener algunas lágrimas, que vadearon mis mejillas, con sabor a sal, alegría y emoción.
Quién diría que aquel hombre, rodeado de un
extraño halo, de un misterio, de un silencio, como de ermita, más el taller
donde se oficiaba el amistoso y controvertido dialogo, y los libros y autores
que de ahí en adelante comenzaría a leer, cambiarían la rosa de los vientos que
me llevaría a otros lugares y encuentros menos limitados. Yo, hijo de
proxenetas, que vivía en aquel burdel, que solo había estudiado hasta cuarto de
bachillerato, que solo había leído novelas sin peso y poetas de marca menor,
que me encerraba en uno de los cuartos de atrás de la casa a escribir, sin
fundamento, sin estructura y sin una visión del mundo, en la máquina que me
había traído mi abuela Resfa de un viaje que había hecho a Panamá.
La noche de nuestro primer encuentro en el
taller llegué muy temprano a la biblioteca, por lo que decidí dar una vuelta
por los alrededores, y al regresar ya estaba un poco tarde, por lo que el
taller ya había empezado. Debo reconocer que yo no había leído nada de Jaime y
mucho menos sabía qué era eso de El Nadaísmo. Entre dudas y
sobresaltos entré al lugar, con la timidez de un muchacho de apenas veinticinco
años que, por primera vez, sale del burdel donde vive con un rumbo distinto, y
entra a un taller de poesía en una biblioteca que no le es familiar, y conoce
por primera vez a un poeta verdadero.
Jaime, usted me preguntó mi nombre, y al
escucharlo se puso de pie y, sonriendo, me abrazó como si me conociera de mucho
tiempo atrás. Después me invitó a sentarme junto a los otros asistentes.
Entonces usted nos explicó algunas cosas sobre el taller. Y a continuación sacó
de su famoso maletín negro unas copias de poemas que repartió a cada uno de los
asistentes. Y comenzó a leer con esa voz, con esa tesitura, con esa forma tan
suya y única de leer poesía, que me hizo sentir que aquello era otro mundo,
otro mundo distinto al que yo conocía y en el que estaba acostumbrado a vivir.
Poco antes de terminar aquella primera sesión usted me entregó los poemas que
yo le había enviado. Estaban corregidos con lápiz rojo. Había muchos, pero muchísimos
errores de ortografía y puntuación. Pero usted pareció hacerme un guiño, y
quiso darme a comprender lo que mucho después comprendería: no es lo mismo
redactar que escribir. Si redactar fuera escribir, los gramáticos serían los
mejores escritores. Escribir es otra cosa. Escribir es tener imaginación,
intuición, emoción, sensibilidad, magia, como reclamaba Vicente Huidobro cuando
escribió: «Yo no busco la gramática cerebral, yo busco la gramática de magia». Aunque
es innegable que un buen escritor debe fundirlas a ambas.
La asistencia constante al taller trajo
consigo la familiaridad con los demás compañeros y con usted. Poco a poco me
atreví a presentarle mis poemas, hasta que, ocurrió que una noche, usted sacó
de su maletín, que era extenso a usted, las copias de los textos que leeríamos
aquella noche. Y, oh, sorpresa, allí había cuatro poemas de mi autoría: Los
tres viejitos, Peregrinos, Judas y La muchacha de la vieja
esquina, que usted leyó con emoción y elogios. Ese mismo
año, gracias a su intermediación, se publicaron algunos de estos poemas en la
revista Piedra de sol, que dirigía el escritor Hernando García
Mejía. De ahí en adelante, nos hicimos amigos. Empecé a visitarlo con mucha
frecuencia a su casa de Belén. Esa casa en donde colgaban los bebederos en el
balcón y venían a beber los azulejos, siriries, tórtolas y colibríes que se
suspendían en el aire con su vuelo cambiante de colores.
En su casa se hizo costumbre que nos
reuniéramos algunos días de la semana con otros escritores, especialmente con
Verano Brisas, a leer sobre la historia universal, o ver una película, o
escuchar música. En su casa usted hizo los arreglos para que yo me conociera
con Héctor Ignacio Rodríguez: el amigo y poeta, autor de ese bellísimo libro Menos
poemas y más besos, y quien murió prematuramente a los treinta y
tres años. Solo ahora, y transcurrido tanto tiempo, he venido a comprender el
porqué de ese afán suyo aquel domingo en que llevó a un fotógrafo, después de
que salimos a la zona verde de la unidad a buscar ramas con las cuales hacer
una corona que simulara ser de laurel y coronar a Héctor Ignacio como un gran
poeta. Las fotos han quedado, y de ellas ya se escapan los colores, pero he
comprendido, finalmente, que usted tenía como el don de la premonición, que
usted tenía una intuición que nos lleva leguas de ventaja en este país,
cercenado, cegado, cauterizado, de premonición, intuición y bajo la égida de
los infames. En esa casa, una noche, usted tuvo la generosidad de pasarme al
teléfono con el gran poeta y crítico Andrés Holguín: el mismo que escribió: «Poesía,
aquel melódico río, que refleja el arcano de todas las cosas, opio hecho de la
misma realidad», y quien se desbordó en elogios y comentarios sobre mi poema Judas.
A su casa, donde tantas veces llamé por
teléfono a altas horas de la noche, «todo turro» y alcoholizado, siempre
siempre hago énfasis en que siempre encontré una voz amiga, desinteresada y
presta a escucharme con paciencia amorosa y sin pretender nunca abordarme desde
la orilla de un consejo, sino permitiendo que cada situación o motivo llevara
lenta a un despertar de los sentidos. No voy a decir que el taller, o usted, me
cambió con su ejemplo de asceta, pero sí puedo decir que algo se operó en mi
interior. Una fuerza se abrió en sus esclusas y vino a servirme como motor de
empuje para que todos los días, sagradamente, leyera en la
Piloto los autores que iba conociendo en el taller. Terminé
el bachillerato e hice la carrera de Licenciado en Historia y Filosofía, lo que
me sirvió para ganarme la vida con la docencia, durante ya largos años. ¿Quién
lo diría? Que «el hijo de las putas», como me llamaba la mamá de mi padre, hoy
lleva más de treinta años de estar «limpio» y libre del monstruo del alcohol y
las drogas.
Porque, Jaime, qué impacto me produjo tu
poesía y leer el poema El mundo de las maravillas en donde
escribiste: «Pero ninguna droga pudo darme la belleza, la lozanía, la majestad,
el aroma, la magia de una simple rosa rosada en su rosal (…)». Hoy me pego
todos los días mi «porrazo» de lectura; y me embriago de vida, literatura y
poesía, en cuyo tablero quiero morir.
Parafraseando, Jaime, la carta que le enviaste
a Gómez Jattin, un extraordinario poeta, por cierto, que, en su trasegar, se
detuvo como el corifeo frente a la panorámica del mundo y solo vio el reino de
la locura, con la carcoma de la miseria en todo, con la desintegración del
cuerpo y de los sentidos en un puñado miserable de cenizas, con la trampa del
deseo en el alma y el cuerpo, lo que convierte todo en una farsa. Pero que a
pesar de eso cantó en los bordes del infierno, contemplando las flores. Sin
embargo, Jaime, el verdadero ciclón, la fuerza de los mares, el movimiento de
las placas poéticas; el fuelle de lo vital, pasional, amoroso, original,
creativo, irónico (tu ironía, que es una facultad superior de la inteligencia,
va a la par con la de Luciano de Samósata y el Conde de Lautréamont), lo
trajiste tú con tu obra que corre paralela a otra obra de 1967: La novela Cien
años de soledad, de García Márquez, y Los poemas de la ofensa, de
tu autoría, Jaime. Donde ofendes para bien a la tibia poesía colombiana que se
hallaba en el sopor y la dormidera de los conventillos, torres de marfil, en el
clasicismo de los gramáticos, en el romanticismo y modernismo trasnochado, en
las nubes y florecitas de los piedracielistas, en la sola forma
de los parnasianos; de los serénateros y versificadores y artesanos de la
palabra que contaban sílabas mientras golpeaban el hierro contra el yunque. Cuatro
obras marcan una ruptura en la poesía colombiana del siglo XX. Tres de ellas
publicadas en 1925: Libro de crónicas, de Luis Tejada
Cano; Tergiversaciones, de León de Greiff, y Suenan
timbres, de Luis Vidales. Pero creo que con Los
poemas de la ofensa se marca un giro mayor, ya que entroncan no
solo con la raíz del pueblo, sino también con lo simbólico que deviene de Los
evangelios apócrifos y de una parte codificada de William
Blake, Walt Wittman e Isidoro Ducasse. No sé si su canto está dirigido a la Ballena
blanca o a la Ballena negra, o
la Diosa negra o a la Diosa Blanca. Eso lo explicarán
los exégetas o hermeneutas.
Jaime era un fabulador que tenía un poder
físico y hasta metafísico para las palabras. Tenía un oído poético perfecto.
Tenía no solo talento, sino que era un genio. Un genio original, creativo,
trascendente y hasta espiritual. Uno de los hombres más inteligentes que yo he
conocido. Uno de los hombres de mayor carpintería literaria y poética del país.
Que, en términos hipotéticos, si no hubiera escrito ni un solo poema, era un
poema en sí mismo por el amor a la poesía y su conjugación hacia lo bello y
maravilloso. Era un poema hombre lleno de misterio, hermetismo, silencio,
crítica, canto y un profundo fervor por la poesía, de la cual, como el catador
de vino, o el perfumista que cata las más profundas fragancias, así, él aguzaba
el oído, que le daba la certeza de distinguir, en el océano farragoso, qué era
genuino y qué no, en el inmenso cerro de poemas que a diario le tocaba cribar.
Varias veces lo acompañé a comprar la lotería
a la esquina de su casa, en Belén. Yo creo que compraba la lotería para
burlarse del lotero, de mí y de la vida. Me lo imaginaba riéndose solo en la
sala de su casa con esa risa de niño travieso que lo acompañaba desde la
infancia, y haciendo gala de sus otros dos sentidos: El absurdo y la magia.
Debo confesar, Jaime, que usted es uno de los
mejores poetas de este país en toda su historia. También debo confesar, no con
el fin de alcanzar legitimidad ni desagravios (ya no tengo por usted rabia ni
molestia como cuando a mi regreso de una corta estadía en la costa caribe, le
presenté dos libros de mi autoría, en los cuales yo me creía Saint Jonh Perse;
y usted, en su honda percepción, no encontró valor alguno en ellos, haciéndome
un bien para una autocrítica futura. Aunque debo reconocer que en aquella
ocasión salí de su casa lanzándole maledicencias e improperios). Su muerte me
punzó y talló todo el perímetro de mi ser. Pero que, a pesar de este hecho no
asimilado aún, sucede una cuestión no menos extraña, y parecería otra de sus
ironías: Jaime no ha muerto, porque la poesía genuina nunca muere.
Aviso funerario
lunes, 1 de noviembre de 2021
¿Qué queda de Ciro Mendía? Por Alvaro Noreña Jimenez
Sus
libros que ya no se encuentran ni en las librerías antiguas. De pronto en manos
de algún librero coleccionista. O en La Anticuaria de Medellín. Ni sus obras
inéditas , ni sus fotografías con amigas y amigos, ni sus cartas, ni sus
cuadros que traía a colación en las visitas que le hacían en forma esporádica
periodistas, poetas y amigas:
Ciro Mendía: «Esa fotografía en la pared es una de las últimas de
Verlaine, está en sus ‘palacios de invierno‘, y tiene una historia interesante:
un diplomático de Colombia en París se
la regaló al poeta Eduardo Castillo, éste para comprar morfina la vendió a Barba Jacob, Barba se la
regaló a León de Greiff y León a mí... quién sabe a manos de quién irá a parar»
¿Quién
es Eduardo Castillo?
Eduardo Castillo.
Poeta colombiano, nacido en Zipaquirá el 5 de febrero de 1889, hijo de
Alejandro Castillo y Clementina Gálves. Fue el mayor de cinco hermanos,
autodidacta, llegó a dominar varios idiomas como el portugués, francés, inglés
e italiano y a traducir a grandes escritores clásicos. Perteneció a los poetas
líricos de la generación centenarista que lo tiene como uno de sus mayores
representantes junto con Porfirio Barba Jacob y José Eustasio Rivera. Dejó
escritos textos sobre Edgar Allan Poe, José Asunción Silva, Estefan Mallardi,
Amado Nervo, Anatole France y Rubén Darío, entre otros. Tradujo a Oscar Wilde,
Baudelaire, D’Annuncio y Verlaine. Fue secretario privado por 14 años del poeta
Guillermo Valencia con quien lo unían lazos familiares. Desde su más temprana juventud
llevó una vida de bohemia. Fue colaborador del Nuevo tiempo y de la revista
Cromos por más de 20 años. En compañía de Ángel María Céspedes publicó su libro
El Duelo Lírico en 1918. Fue nombrado académico de la lengua por la Real
Academia Española en 1930. Dentro de sus obras están: El Árbol que Canta, Los
Siete Carrizos, Tinta Perdida y Cuentos Inéditos. Falleció en 1938 en Bogotá, a
los 49 años víctima de la morfina.
Nota biográfica
de Eduardo Castillo tomada para el libro N.º 127 «Memoria lírica», una antología del poeta
zipaquereño, Eduardo Castillo, cuyo cuidado y selección estuvo a cargo de
Lolita Carrillo Escobar y Jaime Carrillo Ortiz, para la colección «Un libro por centavos», iniciativa de la Decanatura
Cultural, de la Universidad Externado de Colombia,
martes, 19 de octubre de 2021
Nobel de Literatura 2021 para novelista tanzano Abdulrazak Gurnah
El Nobel de Literatura 2021 es para el novelista tanzano, basado en Reino Unido, Abdulrazak Gurnah, "por su comprensdión inflexible y compasiva de los efectos del colonialismo."
Abdulrazak Gurnah, novelista tanzano basado en Reino Unido, recibió el Nobel de Literatura 2021 "por su comprensión inflexible y compasiva de los efectos del colonialismo y el destino de los refugiados en el abismo entre culturas y continentes", anunció la Academia Sueca, que otorga el premio, con un valor de 10 millones de coronas suecas (1,14 millones de dólares).
Gurnah es el quinto escritor africano galardonado con el Nobel, después de Wole Soyinka (Nigeria, en 1986), Naguib Mahfuz (Egipto, 1988), y los sudafricanos Nadine Gordimer (1991) y John Maxwell Coetzee (2003), ambos de Sudáfrica.
Nacido en Zanzíbar en 1948, Gurnah se instaló en Inglaterra a finales de los años sesenta y es autor de novelas como "Memory of Departure", "Pilgrims Way", "Dottie", "Paradise", "Admiring Silence" o "By the Sea".
Comenzó a escribir a los 21 años en el exilio inglés, y aunque el suajili era su primer idioma, el inglés se convirtió en su herramienta literaria. Ha dicho que en Zanzíbar su acceso a la literatura en suajili era prácticamente nulo y que sus primeros escritos no podían contarse estrictamente como literatura.
Hasta su reciente jubilación fue profesor de Literatura Inglesa y postcolonial en la Universidad de Kent, en Canterbury. El tema de la perturbación del refugiado, según la academia sueca, recorre toda su obra, en la que Gurnah "rompe conscientemente con las convenciones, cambiando la perspectiva colonial para resaltar la de las poblaciones indígenas".
Más allá del dinero y el prestigio del premio, el Nobel de literatura genera una gran cantidad de atención para el autor ganador, a menudo estimulando las ventas de libros y presentando a los ganadores menos conocidos a un público internacional más amplio.
Promesa de mayor diversidad geográfica
Círculos literarios en Estocolmo y alrededor del mundo especularon intensamente este 2021 sobre el anuncio. Los 18 miembros de la Academia Sueca son conocidos por sus métodos sigilosos, dignos de una novela de espías, para evitar que se filtren pistas, usando códigos para los autores y portadas falsas para esconder lo que están leyendo.
Con un palmarés copado mayoritariamente de hombres occidentales en sus 120 años de existencia y pese a su reciente compromiso de hacer más diverso el prestigioso laurel, el perfil del típico premiado es fácil de definir: masculino, de un país occidental, generalmente de Europa, a veces un poco oscuro, y que escribe o ha sido traducido a un idioma que puede ser leído por la Academia.
De los 117 laureados en literatura desde que el premio se instauró en 1901, 95 han sido europeos o norteamericanos, equivalente a 80% del total. Francia acumula 15 galardonados, más que cualquier otro país. Además, 101 hombres lo han ganado, frente a solo 16 mujeres.
La Academia insiste en que sus laureados son escogidos por sus méritos literarios y que no toma en cuenta la nacionalidad. Pero tras el escándalo #MeToo que sacudió a la Academia y obligó a aplazar el premio de 2018 durante un año, el organismo dijo que ajustaría sus criterios para tener mayor diversidad geográfica y de género. "Antes teníamos una perspectiva más eurocéntrica de la literatura, ahora estamos mirando a todo el mundo", dijo en 2019 el jefe del comité Nobel, Anders Olsson.
Meta parcialmente cumplida
Desde entonces, la Academia ha cumplido parcialmente su promesa. Dos mujeres fueron laureadas, la novelista polaca Olga Tokarczuk en 2018, otorgado con un año de atraso, y la poeta estadounidense Louise Gluck en 2020.
Pero en el medio de ellas, el premio de 2019 fue para el austriaco Peter Handke, una opción polémica por su apoyo al expresidente serbio Slobodan Milosevic, quien enfrentaba cargos por genocidio cuando murió en 2006.
La promesa de una mayor diversidad geográfica hasta ahora no se ha cumplido mucho. El novelista chino Mo Yan había sido el último galardonado no europeo o estadounidense, en 2012. Mientras, los críticos insisten en que hay una bandada de escritores talentosos no occidentales de donde escoger.
La Academia suele recibir 200 o 300 nominaciones para finales de enero, que se reducen a cinco para el verano boreal. Los cinco miembros del comité Nobel de la Academia estudian la obra de esos cinco autores antes de someter su elección al pleno de la Academia, que elige un ganador antes del anuncio de octubre. Sus deliberaciones permanecen en secreto por 50 años.
La temporada Nobel continúa el viernes en Oslo con el anuncio del premio de la paz, seguido el lunes con el de economía.
rml (afp, efe, twitter)
Fuente: https://www.dw.com/es/nobel-de-literatura-2021-para-novelista-tanzano-abdulrazak-gurnah/a-59435785
martes, 5 de octubre de 2021
lunes, 20 de septiembre de 2021
lunes, 13 de septiembre de 2021
Ultima Lectura de JJEscobar X 504...
TALLER DE POESÍA 2021 09 04
BIBLIOTECA PÚBLICA PILOTO DE MEDELLÍN
CARL
SANDBURG
(1878-1967)
GLOBOS
DE A CINCO CENTIMOS
Pietro lleva veinte globos rojos y azules en una
cuerda.
Flotan y bailan tirando del brazo de Pietro.
Un níquel cada uno es por lo que se venden.
Niños que los desean le van pisando a Pietro los
talones.
Los vende todos y se va andando por las calles solo.
NEW HAMPSHIRE OTRA
Recuerdo oscuras aguas
de invierno,
recuerdo esbeltos
abetos blancos,
recuerdo soñolientas
colinas en el crepúsculo,
recuerdo haber cruzado
en tren a todo lo largo de New Hampshire.
Recuerdo una estación
llamada «Halcion», y un frenero gritando a los pasajeros
Halción,
Halción.
Recuerdo haber oído
decir a los sacadores de oro que apenas sacaban suficiente
para el anillo de matrimonio.
Recuerdo un apuesto
muchacho diciéndome que su padre recibe cartas con solo
la dirección Robert Frost, New Hampshire.
Recuerdo un viejo irlandés
diciéndome: <<Tiene cara de violín y todo el que lo ve
tiene que amarlo».
Tengo un recuerdo, dos
recuerdos, diez recuerdos; tengo un pequeño envoltorio
de recuerdos en un pañuelo.
Una estrella temprana
acunada en la luna
un rio oscuro con un
puñado de estrellas aprisionadas.
Las luces de un automóvil
subiendo una colina,
un tiro de caballos arrastrando
un trineo cargado de leña,
un muchacho en esquís enderezándose
tras un sopapo.
Recuerdos de uno en
uno y uno en uno, cruzando en tren a través de New Hampshire:
tengo un pequeño envoltorio de recuerdos en un
pañuelo.
CARRERAS Y HITS
Yo recuerdo a los
peloteros de Chillicothe peleando contra los peloteros de Rock
Island en un partido de diecisiete innings que
acabo por la oscuridad
y las espaldas de los peloteros
de Chillicothe eran como un humo rojo contra
el crepúsculo y las espaldas de los peloteros de
Rock Island eran como un
humo amarillo contra el crepúsculo.
Y la voz del juez se enronquecía
contando bolas y strikes y outs y la garganta del
juez se debatía entre el polvo por un canto.
PELIRROJA, CAJERA DE RESTAURANTE
Echa hacia axis tu
pelo, muchacha pelirroja.
Deja estallar tu risa
y muestra las dos altivas pecas de tu barbilla.
Hay en alguna parte un
hombre que anda buscando una muchacha pelirroja que
tal vez un día se asomara a tus ojos en busca de
una cajera de restaurante y
hallará una enamorada, tal vez.
Dando vueltas y vueltas
andan millares de hombres a la caza de una muchacha pelirroja
con dos pecas en su barbilla.
Los he visto cazando,
cazando.
Echa hacia atrás tu
pelo, deja estallar tu risa.
SOPA
Vi a un hombre celebre
bebiendo sopa.
Digo que se llevaba
un caldo espeso
a la boca con una
cuchara—
Su nombre salió en los
diarios ese día
escrito en grandes
titulares negros
y miles de personas
hablaban de el—
Cuando lo vi
estaba sentado
agachando la cabeza sobre un plato
llevandose la sopa a
la boca con una cuchara.
EL VENDEDOR DE PESCADO
Conozco a un judío
vendedor de pescado allá abajo en Maxwell Street con un vocerron
como el viento del norte soplando sobre los
maizales en enero.
Levanta los arenques
delante de sus presuntos compradores con un jubilo igual al del baile de la Pavlova.
Su cara es la de un
hombre infinitamente feliz de vender pescado, infinitamente
feliz que Dios haya
creado pescados y compradores a los que poder gritar su mercancia desde un carrito de mano.
BILBEA
(DE
UNA TABLETA BABILONICA DEL CUARTO MILENTO A. C.)
Bilbea, estuve el sábado
en la noche en Babilonia.
No te vi ni por asomo
en ningún sitio.
Fui al lugar de
siempre y estaban las otras, pero no Bilbea.
¿Te has ido a otra
casa? ¿O a otra ciudad?
¿Por qué no escribes?
Lo he sentido. Me volví
a casa medio enfermo.
Dime coma te va.
Mándame alguna clase
de carta.
Y cuídate.
EXPRESO
Voy en un tren
expreso, uno de los trenes más macanudos de la nación.
Disparados a través de
la pradera entre la neblina azul y el aire oscuro van quince carros de puro acero llevando un millar de
personas.
(Todos los carros hierro viejo y sarro y todos los hombres y las mujeres que ríen en los carros comedores y dormitorios serán
cenizas).
Le pregunto a un hombre
en el salón de fumar para donde va y me responde: «Omaha».
OMAHA
Graneros rojos y vaquillas
rojas puntúan los verdes círculos de grama en torno de Omaha, los granjeros arrastran
tanques de crema y carretadas de quesos.
Chiqueros de pizarra más
allá del rio en Council Bluffs y pequeñas cabañas cuelgan de un hilo sobre la falda de los cerros por detrás
de Omaha.
Un empalme de acero
ata a los familiares de Iowa y de Nebraska sobre el amarillento Missouri, de grandes cascos.
Omaha, la pendenciera,
sustenta tropas,
come y jura con la
cara sucia.
Omaha trabaja en dar
al mundo un desayuno.
¿QUIEN?
Quien puede hacer un
poema de las profundidades del cansancio
y hacérselo entender a
los que nunca han visto las profundidades?
Los que ordenan lo que quieren
cuando lo quieren:
podrán comprender a los miles de
abajo
que vuelven a casa
donde su esposa y sus hijos, de noche
y noche tras noche,
hasta aquí demasiado valientes e indómitos,
para decir: «Todo me duele»?
como no puede un poema ocuparse del
costo de producción
y dejar fuera la definida miseria que
paga
un precio permanente
en salud destrozada y temprana vejez?
¿Cuándo se pondrán ingenieros y poetas?
de acuerdo en un programa?
Sera un día frio? ¿Sera
una hora especial?
¿Habrá algún tonto entonces?
¿Y si es así, quien?
¿Yque dice la Biblia Cristiana?
¿el Corán mahornetano
y Confucio y los sintoístas?
¿Y las Encíclicas de los Papas?
¿Habrá algún tonto entonces?
Y si es así, ¿quién?
WALLACE STEVENS
(1879-1955)
SOLILOQUIO FINAL DEL AMANTE INTERIOR
Luz primera luz de la
tarde, como en un cuarto
en el que descansamos
y, casi por nada, pensamos
que en el mundo
imaginado es el último bien.
Este es, por tanto, el
más intenso rendezvous.
En este pensamiento es
que nos recogemos,
fuera de todas las
indiferencias, en una sola cosa:
Dentro de una sola
cosa, un solo chal
bien envueltos en él,
pues somos pobres, un calor,
una luz, sin poder, la
milagrosa influencia.
Ahora aquí, nos
olvidamos el uno al otro y de nosotros.
Sentimos la oscuridad
de un orden, un total,
un conocer, lo que arreglo la
cita,
dentro de su vital circunscripción,
en nuestra mente.
Decimos Dios y la imaginación
son uno.
Cuan arriba la candela más alta
ilumina lo oscuro...
Y fuera de esta luz,
de esta mente central,
hacemos nuestra casa
en el aire nocturno,
en que estar los dos
juntos es suficiente.
ANECDOTA DE LOS HOMBRES POR MILLARES
El alma, dijo, se
compone
del mundo entero.
Hay hombres del Este,
dijo, que son el Este. Dijo
que son del este
Hay hombres de una
provincia
que son esa provincia.
Hay hombres de un
valle
que son ese valle.
Hay hombres cuyas
palabras
son los sonidos
naturales
de sus lugares
como el cacareo de los
tucanes
en el lugar de los
tucanes.
La mandolina es el
instrumento
de un lugar.
¿ Hay mandolinas en
las montañas del Oeste?
¿ Hay mandolinas
en las lunas del Norte?
El traje de una mujer
de Lhasa,
en su lugar,
es un elemento
invisible de ese lugar
hecho visible.
H. L. MENCKEN
(1880-1956)
LA CAPITAL DE UNA GRAN REPUBLICA
El Cuarto Secretario
de la Delegación del Paraguay
El empleado principal
de la Comisión de la Cámara de Representantes
para Artes Industriales y Exposiciones
El secretario del
secretario del Secretario de Trabajo
El hermano del
ex-Diputado del tercer distrito de Idaho
El mensajero del
bodeguero de la bodega del Senado
El portero de la
oficina de la Comisión de la Cámara
para la disposición de papeles inútiles
El primer corresponsal
del BANNER de Toomsboro Ga.,
en la galería de la prensa en el Senado
La estenógrafa del
primer asistente entomólogo del Bureau de Industrias Animales
El tercer asistente
del principal computador de la Oficina del Almanaque Naval
El Vice Fiscal General
encargado de la investigación de fraudes postales
en los estados centrales del Sur
La ex-esposa del
ex-secretario del ex-miembro de la Comisión Comercial Interestatal
El hermano de la
esposa del Encargado de Negocios de Checoslovaquia
El agente de prensa del Capellán
de la Cámara
El portero suplente,
en funciones, de la galería de visitantes del Senado
El nuevo Senador por
Delaware
El asistente del
secretario del empleado principal de la División de Revisión de Cuentas y Erogaciones, Sección de Sellos y
Abastos
de la Administración
de Correos
El Agregado Comercial
de la Legación Americana en Quito
El chofer del cuarto
Sub-Administrador General de Correos
El ascensorista
suplente, en funciones, del Monumento de Washington
El hermano de la
esposa del cufiado del Vice-Presidente
La tía de la hermana
de la esposa del encargado de la Jefatura del Protocolo del Departamento de Estado
El vecino del primo
del padrastro de la cuñada del párroco del Presidente
La superintendente de
las carretilleras del Almacén provisional B7,
de la Oficina de Astilleros y Muelles de la Marina
El asistente empleado
confidencial del empleado principal del principal registrador de la Oficina de Patentes
El ayuda de cámara del
Presidente de la Corte Suprema.
EL SANTUARIO DE LA MEMORIA
El pueblecito de
Kirkwall, en las Islas Orkney, envuelto en una niebla de mediados de invierno, encantador y horizontal como un
grabado japonés.
San Francisco y el Golden Gate
desde la cima de Twin Peaks.
Gibraltar en un día de primavera,
todos tonos pastel, coma el telón de fondo de una comedia musical.
Mi primera visión del trópico,
las palmeras surgidas de pronto entre la oscuridad de la madrugada, la tremenda quietud, el olor
agridulce,
la inconmensurable
extrañeza.
El Trentino una
mariana gloriosa, subiendo de Verona al Paso del Brenero.
Alemania Central de
Bremen a Múnich, todo en un solo día, con los manzanos en flor.
Copenhague, una noche
de farra, con la Polizei por toda la ciudad buscando al norteamericano que arruino el piano.
Cristiana en enero,
con la estatua de Ibsen, encapuchada de nieve apareciendo en la semi-oscuridad como un fantasma en un sótano.
La playa de la isla
Tybe, con el suave, escalofriante ruido de los cangrejos.
Un niño que jugaba en
un descampado de una población abandonada por Dios en el desierto de Wyoming.
El montoncito de
piedras en la costa de la isla de Watling (San Salvador),
que señala el lugar del desembarco de Colon.
Una aburrida noche en
un hotel de Búfalo, leyendo la Versión Americana Revisada del Nuevo Testamento.
El día que recibí las
pruebas de mi primer libro.
WITTER
BYNNER
(1881-1968)
UN GRANJERO RECUERDA A LINCOLN
<¿Lincoln?—
Bueno, yo estuve en el antiguo Segundo
Regimiento de Maine,
el primer regimiento del Estado del Pino
que llego a Washington—
Claro que no llegue a sentir el olor de la
pólvora;
solo estuvimos allá para guardar la
capital—
todos nosotros éramos novatos.
Nunca he estado en el
teatro en mi vida—
No supe, pues, de qué
manera conducirme.
Desde entonces nunca
he estado ahí.
Aun puedo ver tan
claro como si fuera mi sombrero el palco en que él estaba cuando le dispararon—
Créame, amigo, hubo un
gran pánico
¡cuando encontramos
que el Presidente estaba como estaba!
Nunca vi un soldado en
el mundo que no lo quisiera.
Si, amigo. No se
olvidaba su figura así no más.
Era un hombre
enjuto,
era un viejo granjero.
Todo estaba muy bien, ya lo creo,
aunque no era bien
parecido que se diga,
nada de eso.
Cara flaca, de
cuello largo,
y el labio grueso como salido.
Y era un tipo
divertido— siempre bromista;
y no estaba tan
encumbrado que los muchachos no pudieran hablarle a la manera de ellos.
Cuando yo estaba de
servicio en el Hospital,
el solía venir y me decía:
<Estas muy bien aquí».
Animarnos, ve usted.
Y se agachaba y les
hablaba a los muchachos—
Y les hablaba con
tanta intimidad —tan cariñoso—
Por eso es que le
digo que era un hombre del campo.
No le quiero decir
que no haya estado bien todo lo de él, me entiende,
nada más que —bueno,
yo era un granjero—
Y él era mi vecino, el vecino de todos,
apuesto que pasta a ustedes los jóvenes de
ahora les hubiera gustado».
JAMES OPPENHEIM
(1882-1932)
EL ESCLAVO
Liberaron al esclavo,
rompiendo sus cadenas...
Y qued6 tan esclavo
como siempre.
Estaba todavía
encadenado al servilismo,
estaba todavía
maniatado a la indolencia y la pereza,
estaba todavía atado
por el miedo y la superstición,
la ignorancia, la
suspicacia, el salvajismo...
La esclavitud no estaba en las
cadenas,
sino en el mismo...
Solo se pueden liberar
los hombres libres...,
y esto es innecesario:
los hombres libres se
liberan solos.
WILLIAM CARLO S WILLIAMS;
(1883-1963)
NANTUCKET
Flores en la ventana
lila y amarillo
alteradas por cortinas
blancas—
en la bandeja de
vidrio
un jarro de vidrio, el
vaso
volteado para abajo,
junto al cual
hay una llave —y el
blanco lecho
inmaculado
LA CARRETILLA ROJA
tanto depende
de
una carretilla
roja
reluciente de gotas
de lluvia
junto a las gallinas
blancas.
EL TERMINO
Una hoja arrugada
de papel de envolver
del tamaño
y aparente volumen
de un hombre iba
rodando con
el viento despacio y
rodando en
las calles cuando
un auto le pasó
encima y
la aplastó
en el suelo. Al
contrario
de un hombre se
levantó
otra vez rodando
con el viento y
rodando lo mismo
que antes.
LA JOVEN SENORA
A
las diez A.M. la joven señora
anda
en negligée detrás
de
las paredes de madera de su casa.
Yo paso solo en mi
auto.
Entonces baja otra vez
a la acera
a
llamar al del
hielo, al del pescado, y se queda tímida, sin corset, recogiéndose
mechones sueltos de pelo, y la comparo
a
una hoja caída.
Las
ruedas silenciosas de mi auto
se
precipitan crepitando sobre
hojas
secas mientras
saludo y paso sonriendo.
DEDICACION DE UN LOTS DE TERRENO
Este lote de terreno
frente a las aguas de
esta ensenada
es dedicado a la
viviente presencia
de Emily Dickinson
Wellcome
que nació en
Inglaterra; se casó,
perdió a su marido y
con
su hijo de cinco años
se embarcó para New
York en un velero;
fue llevada a las
Azores
llegó al garete a los
bancos de Fire Island,
se halló a su segundo
marido
en una pensión de
Brooklyn,
se fue con él a Puerto
Rico
tuvo tres hijos más, perdió
a su segundo marido,
vivió una vida dura
por ocho años en Santo
Tomas,
Puerto Rico, Santo Domingo, siguió
a su hijo mayor a New York,
perdió a su hija, perdió a su
«bebe»,
tomo a los dos muchachos del
hijo mayor de su segundo
matrimonio
hizo de madre —estando
ellos
sin madre— peleo por ellos
contra la otra abuela
y las tías, los trajo aquí
verano tras verano, se
defendió
aquí contra los
ladrones,
tormentas, sol, incendios,
contra las moscas, contra las
que venían a husmear,
contra
sequias, contra
malezas, crecidas del mar,
vecinos, comadrejas
que robaban sus pollos,
contra la debilidad de
sus propias manos,
contra la creciente
fuerza de
los muchachos, contra
el viento, contra
las piedras, contra
los transgresores,
contra las rentas, contra su
propio juicio.
EZRA POUND
(1885-1972)
ULTERIORES INSTRUCCIONES
Vamos, cantos míos,
expresemos nuestras más bajas pasiones,
expresemos nuestra
envidia por el hombre con empleo permanente
y ninguna preocupación sabré el futuro.
Sois muy ociosos,
cantos míos,
temo que vais a acabar
mal.
Os plantáis por las
calles.
Haraganeáis en las
esquinas y en las paradas de los autobuses,
no hacéis nada del
todo.
Ni siquiera expresáis
nuestras nobles cualidades internas;
acabareis muy mal.
Ly yo?
Me he vuelto medio
loco.
Tanto os he hablado
que
casi os veo ya
alrededor mío,
¡insolentes
bestezuelas! sinvergüenzas! faltas de atavió!
Pero tú, canto, el más
nuevo de todos,
aun no tienes edad
para haber hecho tanto daño.
Te conseguiré una
casaca verde en China
con dragones bordados en ella.
Te conseguiré las
bragas de seda escarlata
de la estatua del Niño
Jesús en Santa María Novella;
no vaya a ser que
digan que no tenemos gusto
o que no hay sangre azul en la
familia.
TEMPORA
¡Io! ¡Io! iTamuz!
La Dríada está en mi
patio
con lastimeros,
quejumbrosos gritos.
(Tamuz. ¡lo! iTamuz!)
Oh, no, no está
gritando: «Tamuz».
Dice: ¿Pueden
publicarse mis poemas esta semana?
El dios Pan no se
atreve a preguntarte:
¿pueden publicarse mis
poemas esta semana?».
LA BUHARDILLA
Vamos, compadezcamos a
los que están mejor que nosotros,
vamos, amigo,
recordemos
que los ricos tienen camareros y no
amigos
y nosotros tenemos
amigos y no camareros.
Vamos, compadezcamos a
los casados y a los no casados.
La aurora entra con
pasitos menudos
como una dorada Pavlova,
y yo estoy junto a mi
deseo.
Y la vida no tiene
nada mejor
que esta hora de diáfana
frescura,
la hora de despertarnos juntos.
LA ISLA EN EL LAGO
Oh Dios, oh Venus, oh
Mercurio, patrón de los ladrones,
dame a su tiempo, te
suplico, una tiendita de tabaco,
con las brillantes
cajitas
primorosamente apiladas en los
estantes
y el fragante tabaco Cavendish
suelto
y la
picadura,
y el brillante
Virginia
suelto en los vasos de vidrio,
y un par de balanzas
no demasiado grasientas,
y las prostitutas
entrando de pasada para una palabra o dos,
para una broma, y
arreglarse el pelo un poquito.
Oh Dios, oh Venus, oh
Mercurio, patrón de los ladrones,
préstame una tiendita
de tabaco,
o instálame en alguna profesión
que no sea esta
maldita profesión de escribir,
donde uno necesita su cerebro todo el
tiempo.
MARIANNE MOORE
(1887-1972)
LA POESIA
A mí también me
disgusta; hay cosas que son importantes,
más que todo este violineo.
Leyéndola, no
obstante, con perfecto desprecio por ella,
se descubre que hay en ella,
después de todo, lugar
para lo genuino.
Manos que pueden agarrar, Ojos
que pueden dilatarse, pelo que puede
erizarse,
si debe; estas cosas son
importantes, no porque una
altisonante interpretación
pueda encajarse sobre ellas, sino porque son
útiles; cuando se vuelven tan derivativas hasta
volverse ininteligibles, la misma cosa puede decirse de todos nosotros que nosotros
no admiramos lo que
no podemos entender; el vampiro,
colgado cabeza abajo o en busca
de algo que
comer; los elefantes,
empujando; un caballo salvaje, revolcándose;
un incansable lobo, bajo
un árbol; el
inconmovible critico que sacude su piel como caballo al sentir
una pulga; el baseball-fan,
el estadístico; ni es
valido
hacer una discriminación contra
«documentos comerciales y
textos escolares;
todos estos fenómenos son importantes.
Debe hacer una distinción,
sin embargo; cuando
son arrastrados a prominencia por semipoetas,
el resultado no es poesía,
ni hasta que los
poetas de entre nosotros puedan ser
«literalistas de
la imaginación», por encima de
insolencia y trivialidad, y puedan
presentar
TALISMAN
En un mástil quebrado,
por el mar arrojado
junto a la nave rota,
un pastor tropezó
y en la arena encontró
una gaviota
de lapislázuli, fino
amuleto marino,
con alones abiertos,
crispadas garras de
coral
y pica en alto para
saludar
a los marinas muertos.
LOS MONOS
parpadeaban demasiado
y les tenían miedo a las culebras. Las cebras, supremas en su anormalidad; los elefantes de pies color de
niebla
y estrictamente prácticos
colguijos
allí se hallaban, los
pequeños felinos; y el papagayo
trivial y necio, al
ser examinado, destrozando
corteza y porciones de
la comida que no se podía comer.
Recuerdo su
magnificencia, ahora no más magnifica
que borrosa. Es difícil
recordar el ornamento,
lenguaje y precisa manera de ser de las que pueden
llamarse amistades menores
de veinte
años atrás; pero no lo
olvidare a el —aquel Guiljames
entre los carnívoros
peludos—, aquel felino con las
cuneiformes, grises
pizarrosas pintas en sus patas delanteras y la intrépida cola; astringentemente diciendo: «Se nos han
impuesto con sus pálidas, medio lanzadas protestas, temblando en torno nuestro
con inarticulada
furia, asegurando
que no es para
nosotros el comprender el arte, encontrándolo
todo tan difícil,
examinando la cosa
como si fuera
inconcebiblemente arcana, tan simetri-
camente frígida como
si hubiera sido labrada en crisofraso
o mármol, tirante de tensión, maligna
en su poder sobre
nosotros y más honda
que el mar cuando
profiere adulaciones a cambio de cáñamo,
centeno, cebada,
caballos, platino, madera y pieles».
T.S. ELIOT
(1888-1965)
EL BOSTON
EVENING TRANSCRIPT
Los lectores del Boston Evening Transcript
se mueven en el viento
como un maizal maduro.
Cuando el atardecer se
apresura en la calle ligeramente,
despertando en unos el
apetito de la vida
y a otros dándoles el Boston Evening Transcript,
subo las gradas y toco
el timbre, volviéndome
cansado, como uno se volvería
a decir adiós a La Rochefoucauld,
si la calle fuese el
tiempo y el al final de la calle,
y digo: «Prima
Harriet, aquí está el Boston Evening
Transcript».
MI TÍA HELEN
Miss Helen Slingsby
era mi tía soltera,
y vivía en una casita
cerca de una plaza elegante
cuidada por sus
sirvientes que eran cuatro.
Y cuando ella murió hubo un
silencio en el cielo
y un silencio allá en
su calle.
Se abrieron las
persianas y el director de la funeraria limpió sus zapatos. Se daba cuenta de
que cosas como esta ya habían ocurrido.
Los perros habían tenido parte en
el testamento,
pero poco después también el loro
murió.
Continúe el tictac del reloj de
Dresden en la chimenea,
y el lacayo se sentó sobre la
mesa de comer,
con la segunda doncella en sus rodillas,
que había sido tan
cuidadosa cuando su señora vivía.