domingo, 6 de mayo de 2018

Recordar a Gonzalo Arango _ Elegía a “Desquite”

Elegía a “Desquite”

Sí, nada más que una rosa, pero de sangre. Y bien roja como a él le gustaba: roja, liberal y asesina. Porque él era un malhechor, un poeta de la muerte. Hacía del crimen una de las más bellas artes. Mataba, se desquitaba, lo mataron. Se llamaba “Desquite”. De tanto huir había olvidado su verdadero nombre. O de tanto matar había terminado por odiarlo.
Lo mataron porque era un bandido y tenía que morir. Merecía morir sin duda, pero no más que los bandidos del poder.
Al ver en los diarios su cadáver acribillado, uno descubría en su rostro cierta decencia, una autenticidad, la del perfecto bandido: flaco, nervioso, alucinado, un místico del terror. O sea, la dignidad de un bandolero que no quería ser sino eso: bandolero. Pero lo era con toda el alma, con toda la ferocidad de su alma enigmática, de su satanismo devastador.
Con un ideal, esa fuerza tenebrosa invertida en el crimen, se habría podido encarnar en un líder al estilo Bolívar, Zapata, o Fidel Castro.
Sin ningún ideal, no pudo ser sino un asesino que mataba por matar. Pero este bandido tenía cara de no serlo. Quiero decir, había un hálito de pulcritud en su cadáver, de limpieza. No dudo que tal vez bajo otro cielo que no fuera el siniestro cielo de su patria, este bandolero habría podido ser un misionero, o un auténtico revolucionario.
Siempre me pareció trágico el destino de ciertos hombres que equivocaron su camino, que perdieron la posibilidad de dirigir la Historia, o su propio Destino.
“Desquite” era uno de esos: era uno de los colombianos que más valía: 160 mil pesos. Otros no se venden tan caro, se entregan por un voto. “Desquite” no se vendió. Lo que valía lo pagaron después de muerto, al delator. Esa fiera no cabía en ninguna jaula. Su odio era irracional, ateo, fiero, y como una fiera tenía que morir: acorralado.
Aún después de muerto, los soldados temieron acercársele por miedo a su fantasma. Su leyenda roja lo había hecho temible, invencible.
No me interesa la versión que de este hombre dieron los comandos militares. Lo que me interesa de él es la imagen que hay detrás del espejo, la que yacía oculta en el fondo oscuro y enigmático de su biología.
¿Quién era en verdad?
Su filosofía, por llamarla así, eran la violencia y la muerte. Me habría gustado preguntarle en qué escuela se la enseñaron. El habría dicho: Yo no tuve escuela, la aprendí en la violencia, a los 17 años. Allá hice mis primeras letras, mejor dicho, mis primeras armas.
Con razón... Se había hecho guerrillero siendo casi un niño. No para matar sino para que no lo mataran, para defender su derecho a vivir, que, en su tiempo, era la única causa que quedaba por defender en Colombia: la vida.
En adelante, este hombre, o mejor, este niño, no tendrá más ley que el asesinato. Su patria, su gobierno, lo despojan, lo vuelven asesino, le dan una sicología de asesino. Seguirá matando hasta el fin porque es lo único que sabe: matar para vivir (no vivir para matar). Sólo le enseñaron esta lección amarga y mortal, y la hará una filosofía aplicable a todos los actos de su existencia. El terror ha devenido su naturaleza, y todos sabemos que no es fácil luchar contra el Destino. El crimen fue su conocimiento, en adelante sólo podrá pensar en términos de sangre.
Yo, un poeta, en las mismas circunstancias de opresión, miseria, miedo y persecución, también habría sido bandolero. Creo que hoy me llamaría “General Exterminio”.
Por eso le hago esta elegía a “Desquite”, porque con las mismas posibilidades que yo tuve, él se habría podido llamar Gonzalo Arango, y ser un poeta con la dignidad que confiere Rimbaud a la poesía: la mano que maneja la pluma vale tanto como la que conduce el arado. Pero la vida es a veces asesina.
¿Estoy contento de que lo hayan matado?
Sí.
Y también estoy muy triste.
Porque vivió la vida que no merecía, porque vivió muriendo, errante y aterrado, despreciándolo todo y despreciándose a sí mismo, pues no hay crimen más grande que el desprecio a uno mismo.
Dentro de su extraña y delictiva filosofía, este hombre no reconocía más culpa, ni más remordimiento que el de dejarse matar por su enemigo: toda la sociedad.
¿Tendrá alguna relación con él aquello de que la libertad es el terror?
Un poco sí. Pero, ¿era culpable realmente? Sí, porque era libre de elegir el asesinato y lo eligió. Pero también era inocente en la medida en que el asesinato lo eligió a él.
Por eso, en uno de los ocho agujeros que abalearon el cuerpo del bandido, deposito mi rosa de sangre. Uno de esos disparos mató a un inocente que no tuvo la posibilidad de serlo. Los otros siete mataron al asesino que fue.
¿Qué le dirá a Dios este bandido?
Nada que Dios no sepa: que los hombres no matan porque nacieron asesinos, sino que son asesinos porque la sociedad en que nacieron les negó el derecho a ser hombres.
Menos mal que Desquite no irá al Infierno, pues él ya pagó sus culpas en el infierno sin esperanzas de su patria.
Pero tampoco irá al Cielo porque su ideal de salvación fue inhumano, y descargó sus odios eligiendo las víctimas entre inocentes.
Entonces, ¿adónde irá Desquite?
Pues a la tierra que manchó con su sangre y la de sus víctimas. La tierra, que no es vengativa, lo cubrirá de cieno, silencio y olvido.
Los campesinos y los pájaros podrán ahora dormir sin zozobra. El hombre que erraba por las montañas como un condenado, ya no existe.
Los soldados que lo mataron en cumplimiento del deber le capturaron su arma en cuya culata se leía una inscripción grabada con filo de puñal. Sólo decía: “Esta es mi vida”.
Nunca la vida fue tan mortal para un hombre.
Yo pregunto sobre su tumba cavada en la montaña: ¿no habrá manera de que Colombia, en vez de matar a sus hijos, los haga dignos de vivir?
Si Colombia no puede responder a esta pregunta, entonces profetizo una desgracia: Desquite resucitará, y la tierra se volverá a regar de sangre, dolor y lágrimas.
Gonzalo Arango
Fuente:
Obra negra. Santa Fe de Bogotá, Plaza & Janés, primera edición en Colombia, abril de 1993, p.p.: 42 - 44.

https://www.gonzaloarango.com/ideas/desquite.html

jueves, 3 de mayo de 2018

Recordar a Marguerite Yourcenar: mente y pluma privilegiadas

La figura de Marguerite Yourcenar es una de las más relevantes en la literatura universal del siglo XX; una mente privilegiada y perspicaz que supo encontrar en la escritura su método de expresión. Su sobresaliente trabajo como poeta, dramaturga y traductora le valió la entrada como miembro tanto en la Academia Belga como, diez años después, en la Academia Francesa, convirtiéndose en la primera mujer de esta última. Su excelencia, sin embargo, no se justifica únicamente por sus logros profesionales ni por los numerosos premios recibidos. En Frases de la Vidaqueremos hacerte cómplice directo de su grandeza como escritora y pensadora, y para ello nos serviremos de una cuidada selección de frases de Marguerite Yourcenar que son una clara muestra de su extrema agudeza y lucidez.
No obstante, antes de proceder con las frases de Marguerite Yourcenar, creemos necesario hacer un breve repaso por su vida. Nacida el 8 de junio de 1903 en Bruselas, en el seno de una familia aristocrática, su madre falleció pocos días después de dar a luz; su condición de huérfana marcaría enormemente a Yourcenar, hecho que puede rastrearse en su obra. Su padre, de origen francés, volvería a Francia con su hija, procurándole él mismo una esmerada educación: Marguerite se familiarizaría pronto con los grandes literatos y filósofos, e incluso conocería el latín y el griego clásicos a la tierna edad de 12 años. De hecho, Marguerite Yourcenar llegaría a cursar estudios universitarios con especialización en cultura clásica.

Frases:  

1. No presumo de haber amado. He sentido demasiado lo poco durables que son las emociones más vivas para querer, al acercarme a seres perecederos, encaminados hacia la muerte, extraer un sentimiento que se pretende inmortal.
2. Exageráis la hipocresía de los hombres. La mayoría piensa demasiado poco para permitirse el lujo de poder pensar doble.
3. La amistad es ante todo certidumbre, y eso es lo que la diferencia del amor.
Frases de Marguerite Yourcenar, Exageráis la hipocresía de los hombres. La mayoría piensa demasiado poco para permitirse el lujo de poder pensar doble.
4. La música me transporta a un mundo donde el dolor sigue existiendo, pero se ensancha, se serena, se hace a la vez más quieto y más profundo, como un torrente que se transforma en lago.
5. No puede construirse una felicidad sino sobre los cimientos de una desesperación.
6. El amor y la locura son los motores que hacen andar la vida.
7. Todo momento es el último porque es único. Para el viajero, esa percepción se agudiza debido a la ausencia de rutinas engañosamente tranquilizadoras, propias del sedentario, que nos hacen creer que la existencia va a seguir siendo como es por algún tiempo.
8. ¿A dónde huir? Tú llenas el mundo. No puedo huir más que en ti.
9. Era demasiado joven para sospechar que la existencia no está hecha de súbitos impulsos y de obstinada constancia, sino de compromisos y de olvidos.
10. La muerte es un sacramento del que sólo son dignos los más puros: muchos hombres se deshacen, pocos mueren.

Frases de Marguerite Yourcenar, La amistad es ante todo certidumbre, y eso es lo que la diferencia del amor.

Frases de Marguerite Yourcenar, La música me transporta a un mundo donde el dolor sigue existiendo, pero se ensancha, se serena, se hace a la vez más quieto y más profundo, como un torrente que se transforma en lago.
Frases de Marguerite Yourcenar, El amor y la locura son los motores que hacen andar la vida.
11. En cuanto a la observación de mí mismo, me obligo a ella, aunque sólo sea para llegar a un acuerdo con ese individuo con quien me veré forzado a vivir hasta el fin.
12. El frote de dos parcelas de carne no define el fenómeno del amor así como la cuerda rozada por el dedo no explica el milagro infinito de los sonidos.
13. Olvidaba que en todo combate entre el fanatismo y el sentido común, pocas veces logra este último imponerse.
14. Nuestro gran error es intentar obtener de cada uno en particular las virtudes que no tiene, y desdeñar el cultivo de las que posee.
15. La posibilidad de quitarse la máscara en todas las ocasiones es una de las raras ventajas que reconozco a la vejez.
16. El sufrimiento nos hace egoístas porque nos absorbe por entero: sólo más tarde, en forma de recuerdo, nos enseña la compasión. 
17. Vosotros, poetas, habéis hecho del amor una inmensa impostura: el que nos toca en suerte siempre nos parece menos hermoso que esas rimas emparejadas como dos bocas una sobre otra. 
18. Todo ser que haya vivido la aventura humana, vive en mí. 
19. Todos nos transformaríamos si nos atreviéramos a ser lo que somos.
20. He leído con frecuencia que las palabras traicionan al pensamiento, pero me parece que las palabras escritas lo traicionan todavía más. 
21. En el fondo de toda gran impotencia encontramos un sentimiento de tranquilidad.
22. En todas las épocas hay personas que no piensan como los demás. Es decir, que no piensan como los que no piensan.

Frases de Marguerite Yourcenar, La muerte es un sacramento del que sólo son dignos los más puros: muchos hombres se deshacen, pocos mueren.
Frases de Marguerite Yourcenar, Olvidaba que en todo combate entre el fanatismo y el sentido común, pocas veces logra este último imponerse.
Frases de Marguerite Yourcenar, La posibilidad de quitarse la máscara en todas las ocasiones es una de las raras ventajas que reconozco a la vejez.
23. No amaba menos, sino al contrario. Pero el peso del amor, como el de un brazo tiernamente posado sobre un pecho, se hacía cada vez más difícil de soportar.
24. Cada uno de nosotros posee más virtudes de lo que cree, pero sólo el éxito las pone de relieve, quizá porque entonces se espera que dejemos de manifestarlas.
25. A menudo he pensado con tristeza que un alma verdaderamente hermosa no alcanzaría la gloria, porque no la desearía.
26. Toda felicidad es inocencia.
27. Quitarme de nuevo la ropa como hubiera deseado quitarme el cuerpo. 
28. Estoy cansado de este ser mediocre, sin porvenir y sin confianza en el porvenir, de este ser al que tengo forzosamente que llamar: “yo”, puesto que no puedo separarme de él.
29. Dudo de que toda la filosofía de este mundo consiga suprimir la esclavitud; a lo sumo le cambiarán el nombre.
Frases de Marguerite Yourcenar, Todos nos transformaríamos si nos atreviéramos a ser lo que somos. 
Frases de Marguerite Yourcenar, En todas las épocas hay personas que no piensan como los demás. Es decir, que no piensan como los que no piensan.
Frases de Marguerite Yourcenar, Toda felicidad es inocencia. 
Frases de Marguerite Yourcenar, Dudo de que toda la filosofía de este mundo consiga suprimir la esclavitud; a lo sumo le cambiarán el nombre.
30. Y esto no es todo, amiga mía: nuestra alma, nuestro espíritu y nuestro cuerpo tienen exigencias generalmente contradictorias; creo difícil unir satisfacciones tan diversas sin envilecer a unas y sin desanimar a otras, así que he disociado el amor.
31. Escucha con la cabeza, pero deja hablar al corazón.
32. Amar con los ojos cerrados es amar como un ciego. Amar con los ojos abiertos tal vez sea amar como un loco: es aceptarlo todo apasionadamente. Yo te amo como una loca.
33. No hay nada más sucio que el amor propio.
34. ¿Y tú te vas? ¿Te vas? No, no te vas: yo te retengo… Me dejas tu alma entre las manos como si fuera un manto.
35. Casi todo lo que los hombres han dicho de mejor lo han dicho en griego.
36. Fundar bibliotecas equivalía a construir graneros públicos, amasar reservas para un invierno del espíritu que, a juzgar por ciertas señales y a pesar mío, veo venir.
37. Mis primeras patrias fueron los libros. Y, en menor grado, las escuelas.
38. Tus cabellos, tus manos, tu sonrisa recuerdan desde lejos a alguien que yo adoro. ¿Y a quién? A ti.
39. No hay amor desgraciado: no se posee sino lo que no se posee. No hay amor feliz: lo que se posee, ya no se posee.
40. Hay que amar mucho a una persona para arriesgarse a padecer. Tengo que amarte mucho para ser capaz de padecerte.
41. La palabra escrita me enseñó a escuchar la voz humana, un poco como las grandes actitudes inmóviles de las estatuas me enseñaron a apreciar los gestos.
42. Me repetía que era vano esperar para Atenas y para Roma esa eternidad que no ha sido acordada a los hombres ni a las cosas, y que los más sabios de entre nosotros niegan incluso a los dioses.
43. Suelo pensar en la hermosa inscripción que Plotina había hecho grabar en el umbral de la biblioteca creada por sus afanes en pleno foro de Trajano: Hospital del alma.
44. Los libros divagan y mienten, igual que los hombres.
45. De todos nuestros juegos, es el único que amenaza trastornar el alma, y el único donde el jugador se abandona por fuerza al delirio del cuerpo.
46. Existe entre nosotros algo mejor que un amor: una complicidad.
47. No somos los únicos que miramos cara a cara un inexorable porvenir ante nosotros.
48. No hay amores estériles. Y es inútil tomar precauciones. Cuando te dejo llevo dentro de mí el dolor, como una especie de hijo horrible.
49. El amor es un castigo. Somos castigados por no haber podido quedarnos solos.
50. Nadie castiga la brutalidad, el salvajismo, la barbarie y la injusticia con rabia y asco.
51. La miel de las heridas embalsama el amor.
52. ¡Qué insípido hubiera sido ser feliz!
53. La imagen del tiempo transcurrido se refleja en mi memoria.
54. Todos los silencios de la tierra son pétalos de tu flor.
55. No tengo miedo de los espectros. Sólo son terribles los vivos, porque poseen un cuerpo.
56. Pero los escritores mienten, aun los más sinceros.
57. Un buen negociador nunca confía.
58. Soy como ustedes un juguete en la enorme mano.
59. Mi viejo corazón es un Rey sin razón.
60. Vuelvo a pensar en ti y te vuelvo a olvidar.
61. No hay nada que temer. He tocado fondo. No puedo caer mas bajo que tu corazón.
62. Se llega virgen a todos los acontecimientos de la vida. Tengo miedo de no saber cómo arreglármelas con mi dolor.
63. Cuando vuelvo a verte, todo se torna límpido. Acepto sufrir.
64. La inteligencia serena, la perfecta honradez de Jenofonte le servían desde entonces de modelo.
65. De cada arte practicado en su tiempo, extraigo un conocimiento que me resarce en parte de los placeres perdidos.
66. ¿Por qué mi espíritu, aun en sus mejores días, sólo posee una parte de los poderes asimiladores de un cuerpo?
67. No sabía que el dolor contiene extraños laberintos por los cuales no había terminado de andar.
68. Yo sufro la ausencia y el espacio duro; la pena es un muro.
69. Esta mañana pensé por primera vez que mi cuerpo, ese compañero fiel, ese amigo más seguro y mejor conocido que mi alma, no es más que un monstruo solapado que acabará por devorar a su amo.
70. La victoria y la derrota se mezclaban, confundidas, rayos diferentes de la misma luz solar.
71. Poseer es lo mismo que conocer: las Escrituras siempre tienen razón. El amor es brujo: sabe los secretos; es un zahorí: conoce los manantiales.
72. Pocos hombres aman durante mucho tiempo los viajes, esa ruptura perpetua de los hábitos, esa continua conmoción de todos los prejuicios.
73. Yo abrazo, delicia pura, tu cara desconocida, idéntica a mi alma.
74. Te veo pálido y bello: tu carne es una antorcha hecha de cera y fuego.
75. No se puede poseer al mismo tiempo la noche inmensa y el sol.
76. Mi oficio me pareció inútil, lo que es casi tan absurdo como creerlo sublime.
77. Un dios que quiere que yo viva te ha ordenado que dejes de amarme. No soporto bien la felicidad. Falta de costumbre. En tus brazos, lo único que yo podía hacer era morir.
78. Rocío: el verano te bebe.
79. He llegado a la edad en que la vida, para cualquier hombre, es una derrota aceptada.
80. Cuando lo pierdo todo, me queda Dios. Si pierdo a Dios, vuelvo a encontrarte.
81. Lo esencial es que el hombre llegado al poder haya probado luego que merecía ejercerlo.
82. El verdadero lugar de nacimiento es aquel donde por primera vez nos miramos con una mirada inteligente.
83. Tengo varias religiones, como tengo varias patrias, de manera que en cierto sentido no pertenezco quizás a ninguna.
84. Quería el poder. Lo quería para imponer mis planes, ensayar mis remedios, restaurar la paz. Sobre todo lo quería para ser yo mismo antes de morir.
85. ¿Vale la pena afanarse durante veinte años para llegar a la duda, que crece por sí misma en todas las cabezas inteligentes?
86. El alcohol desembriaga. Después de beber unos sorbitos de coñac, ya no pienso en ti.
87. Hay pocos bípedos, después de Adán, que hayan merecido el apelativo de hombres.
88. Hacer de cada espacio donde se esté, un lugar limpio, aireado, claro, un oasis para uno mismo y para los otros.
89. Soledad… Yo no creo como ellos creen, no vivo como ellos viven, no amo como ellos aman…Moriré como ellos mueren.
90. En el avión, cerca de ti, ya no le tengo miedo al peligro. Uno sólo muere cuando está solo.
91. Un niño es un rehén. La vida nos tiene atrapados.
92. Olvidaba que en todo combate entre el fanatismo y el sentido común, pocas veces logra este último imponerse.
93. Una parte de cada vida, y aun de cada vida insignificante, transcurre en buscar las razones de ser, los puntos de partida, las fuentes.
94. La verdad tiene secretos para introducirse en un alma que ya no se atrinchera contra ella.
95. Por mucho que yo cambie, mi destino no cambia. Cualquier figura puede inscribirse en el interior de un círculo.
96. Había olvidado que ciertos seres modifican los límites del destino, cambian la historia.
97. Cuerpo, compañero, juntos nos moriremos. No puedo no querer la sombra que tenemos, no apresar con ella el resplandor de un verso.
98. Que no se acuse a nadie de mi vida.
99. Un corazón es tal vez algo sucio. Pertenece a las tablas de anatomía y al mostrador del carnicero. Yo prefiero tu cuerpo.
100. La moral es una convención privada; la decencia, una cuestión pública.
fuente: https://frasesdelavida.com/frases-de-marguerite-yourcenar/