viernes, 20 de diciembre de 2013

La poética dulce de_ Dulce María Loynaz


A veces, por una afortunada casualidad, o la bonhomía  de algún amigo, llega a nuestras manos un buen libro que, generalmente, se convierte en puerta de entrada a una buena obra. Tal es el caso del libro Fe de vida (1993) de la escritora –poetisa por excelencia- Dulce María Loynaz, nacida en La Habana, Cuba, el 10 de diciembre de 1902.

En la citada obra, mediante un lenguaje fluido, sencillo y emotivo, la poetisa hace una crónica de la vida de su segundo esposo, el influyente periodista canario Pablo Álvarez de Cañas, cronista social de los diarios Excélsior y El País, en la Cuba prerrevolucionaria. “Él era simplemente un común ser humano, pero de una humanidad cálida, vibrante, rica en matices y en cierto  modo fascinadora”, se puede leer en Fe de vida.

Como se anotó al inicio de este artículo, el libro citado es una magnífica forma para conocer, comprender y valorar la obra de nuestra escritora en cuestión.

De entrada, podemos decir que fue la primera mujer latinoamericana ganadora del premio Miguel de Cervantes Saavedra. Al recibir el galardón, en 1993, de manos del Rey Juan Carlos de España –el mismo que había recibido antes su compatriota Alejo Carpentier- , expresó:“unir el nombre de Cervantes al mío, de la manera que sea, es algo tan grande para mí que no sabría qué hacer para merecerlo, ni qué decir para expresarlo”. 

Con sólo 17 años de edad inicia una fructífera tarea literaria al publicar en el periódico La Nación, en 1920, los poemas: Invierno de almas, y, Vesperal. Días después viaja a los Estados Unidos y otros países del mundo. En 1927, a los 24 años de edad, termina la carrera de Derecho Civil en la Universidad de la Habana, profesión que no desempeña porque “ la poesía y la literatura le absorben por completo y a ellas les entrega toda su fuerza y voluntad”. Por esta época escribe Versos, e inicia su novela Jardín; estando en Egipto, en 1929, publica Cartas de amor al Rey Tut – Ank – Amen, lo que comienza a darle un perfil de escritora mundial.

Ya en Cuba, a partir de la década de 1930, su casa se convierte en centro de tertulias, conocidas con el nombre de “juevinas” y  frecuentadas por personajes como  Federico García Lorca, Emilio Ballagas, Alejo Carpentier, Juan Ramón Jiménez, Rafael Marquina y Carmen Conde, entre otros.

En México publica Canto a la mujer estéril (1937); al año siguiente, en Cuba, ofrece su poemario: Versos. Entre 1946 y 1947 recorre Sudamérica, lo que aprovecha para escribir sápidas crónicas en el periódico El País, que reúne bajo títulos como  Impresiones de una cronista, y, Crónicas de América del sur.

En 1947, en España, publica Juegos de agua; en 1950, en Cuba, Las corridas de toros en Cuba, y en Madrid se edita, por tercera vez, Versos; en la capital española, en 1951, se agota la edición de su novela Jardín. Su obra se reedita en España, Italia y Cuba, mientras sus colaboraciones en revistas y periódicos nacionales e internacionales son continuas.

A manera de degustación, y para provocación del lector, transcribo apartes del poema Tierra cansada, en son de romance:

“La tierra se va cansando,
la rosa no huele a rosa.
  La tierra se va cansando
    De entibiar semillas rotas,
  Y el cansando de la tierra
    Sube en la flor que deshoja
      El viento...Y allí, en el viento
Se queda...”

Amor es... y Soneto, son dos poemas de Dulce María, que contienen la más alta esencia de su poética: la dulzura de la palabra hecha metáforas, hecha gracia, rosa, plenitud y árbol; sol semilla y tierra; es camino, estrella y cruz:

AMOR ES...
Amar la gracia delicada
del cisne azul y de la rosa rosa;
amar la luz del alba
y la de las estrellas que se abren
y la de las sonrisas que se alargan...
Amar la plenitud del árbol,
amar la música del agua
y la dulzura de la fruta
y la dulzura de las almas dulces....
Amar lo amable, no es amor:
Amor es ponerse de almohada
para el cansancio de cada día;
es ponerse de sol vivo
en el ansia de la semilla ciega
que perdió el rumbo de la luz,
aprisionada por su tierra,
vencida por su misma tierra...
Amor es desenredar marañas
de caminos en la tiniebla:
¡Amor es ser camino y ser escala!
Amor es este amar lo que nos duele,
lo que nos sangra bien adentro...
Es entrarse en la entraña de la noche
y adivinarle la estrella en germen...
¡La esperanza de la estrella!...
Amor es amar desde la raíz negra.
Amor es perdonar;
y lo que es más que perdonar,
es comprender...
Amor es apretarse a la cruz,
y clavarse a la cruz,
y morir y resucitar ...
¡Amor es resucitar!

                  SONETO
Quiere el Amor Feliz  -el que se posa poco...- 
arrancar un verso al alma oscura:
¿Cuándo la miel necesitó dulzura?
¿Quién esencia de pomo echa en la rosa?
Quédese en hojarasca temblorosa
lo que no pudo ser fruta madura:
No se rima la dicha; se asegura
desnuda de palabras, se reposa...
Si el verso es sombra, ¿qué hace con el mío
la luz?... Si es luz... ¿la luz por qué lo extraña?
¡Quien besar puede, bese y deje frío
símbolo, el beso escrito!... ¡En la maraña
del mapa no está el agua azul del río,
ni se apoya en su nombre la montaña!...

Tras el triunfo de la Revolución, su esposo abandona Cuba y Dulce María, en plena madurez intelectual y literaria, deja de publicar y se dedica por dos décadas a recopilar, revisar y organizar toda la bibliografía existente sobre la guerra de la independencia cubana (guerra del 95), trabajo que se edita en La Habana, en 1989, siendo objeto de múltiples reconocimientos.

El 27 de abril de 1997, figurando entre la membresía de la Academia nacional de Artes y Letras, desde 1951; de la Academia Cubana de la Lengua, a partir de 1959, y de la Real Academia Española de la Lengua, desde 1968,  muere Dulce María Loynaz Muñoz, la mujer infatigable que dedicó toda su vida a la poesía y a la defensa y promoción de la cultura cubana.


 Iván de J. Guzmán López_ Columnista del periódico El Mundo, de Medellín; colaborador del periódico El Colombiano, de Medellín; de la revista virtual Susurros, editada en Lyón, Francia. Autor de textos literarios y didáctico.

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