jueves, 11 de mayo de 2023

Un viaje a través de la lectura y los libros_ CMGT

 

LA BIBLIOTECA

El aire es allí diferente.
Está erizado todo por una corriente
Que no viene de este o aquel texto,
Sino que los enlaza a todos
Como un círculo mágico.
El silencio es allí diferente.
Todo el amor reunido, todo el miedo reunido,
Todo el pensar reunido, casi toda la muerte,
Casi toda la vida y además todo el sueño
Que pudo despejarse del árbol de la noche.
Y el sonido es allí diferente.
Hay que aprender a oírlo
Como se oye una música sin ningún instrumento,
Algo que se desliza entre las hojas,
Las imágenes, la escritura y el blanco.
Pero más allá de la memoria y los signos que la imitan,
Más allá de  los fantasmas y los Ángeles que copian la memoria
Y desdibujan los contornos del tiempo,
Que además carece de dibujo,
La biblioteca es el lugar que espera.
Tal vez sea la espera de todos los hombres,
porque también los hombres son allí diferentes.
O tal vez sea la espera de que todo lo escrito
Vuelva nuevamente a escribirse,
Pero de alguna otra forma, en algún otro mundo,
Por alguien parecido a los hombres,
Cuando los hombres ya no existan.
O tal vez sea tan solo la espera
De que todos los libros se abran de repente,
Como una metafísica consigna,
Para que se haga de golpe la suma de toda la lectura,
Ese encuentro mayor que quizá salve al hombre.
Pero, sobre todo, la biblioteca es una espera
Que va más allá de letra,
Más allá del abismo.
La espera concentrada de acabar con la espera,
De ser más que la espera,
De ser más que los libros,
De ser más que la muerte.

Este hermoso poema acerca de la biblioteca, pertenece al poeta argentino Roberto Juarroz, y es parte de su “Poesía Vertical”.

 

 

 

PREFACIO DEL LIBRO

CÓMO LEER Y POR QUÉ, DE HAROLD BLOOM

 

        No hay una sola manera de leer bien, aunque hay una razón primordial por la cual debemos leer. A la información tenemos acceso ilimitado; ¿dónde encontraremos la sabiduría? Si uno es afortunado se topará con un profesor particular que lo ayude; pero al cabo está solo y debe seguir adelante sin más mediaciones. Leer bien es uno de los mayores placeres que puede proporcionar la soledad, porque, al menos en mi experiencia, es el placer más curativo. Lo devuelve a uno a la otredad, sea la de uno mismo, la de los amigos o la de quienes pueden llegar a serlo. La lectura imaginativa es encuentro con lo otro, y por eso alivia la soledad. Leemos no sólo porque nos es imposible conocer bastante gente, sino porque la amistad es vulnerable y puede menguar o desaparecer, vencida por el espacio, el tiempo, la comprensión imperfecta y todas las aflicciones de la vida familiar y pasional.

        Este libro enseña cómo leer y por qué, y avanza afianzándose en una multitud de ejemplos y muestras: poemas cortos y largos, cuentos y novelas. No debe pensarse que la selección es una lista exclusiva de qué leer, se trata más bien de una muestra de obras que mejor ilustran por qué leer. La mejor forma de ejercer la buena lectura es tomarla como una disciplina implícita; en última instancia no hay más método que el propio, cuando uno mismo se ha moldeado a fondo. Como yo he llegado a entenderla, la crítica literaria debería ser experiencial y pragmática antes que teórica. Los críticos que son mis maestros - en particular el Dr. Samuel Johnson y William Hazlitt - practican su arte a fin de hacer explícito, con cuidado y minuciosidad, lo que está implícito en un libro. En las páginas que siguen, ya trate con un poema de A. E. Housman o una pieza teatral de Oscar Wilde, con un cuento de Jorge Luis Borges o una novela de Marcel Proust, siempre me ocuparé sobre todo de modos de percibir y comprender lo que puede y debe hacerse explícito. Dado que para mí la cuestión de cómo leer nunca deja de llevar a los motivos y usos de la lectura, en ningún caso separaré el "cómo" y el "por qué". En "¿Cómo se debe leer un libro?", el breve ensayo final de su Lector Común (Volumen II), Virginia Woolf hace esta encantadora advertencia: "Por cierto, el único consejo que una persona puede darle a otra sobre la lectura es que no acepte consejos". Pero luego añade muchas disposiciones para el gozo de la libertad por parte del lector, y culmina con la gran pregunta "¿Por dónde empezar?" Para llegar a los placeres más hondos y amplios de leer, "es preciso no dilapidar ignorante y lastimosamente nuestros poderes". Parece pues que, mientras uno no llegue a ser plenamente uno mismo, recibir consejos puede serle útil y hasta esencial.

        Woolf, por su parte, había encontrado asesoramiento en Walter Pater (cuya hermana le había dado clases), y también en el Dr. Johnson y los críticos románticos Thomas de Quincey y William Hazlitt, sobre el cual hizo esta maravillosa observación: "Es uno de   esos raros críticos que han pensado tanto que pueden prescindir de la lectura." Woolf pensaba incesantemente, y nunca dejaba de leer. Tenía buena cantidad de consejos para dar a otros lectores, y a lo largo de este libro yo los he adoptado muy contento. El mejor es recordar: "Siempre hay en nosotros un demonio que susurra 'amo esto, odio aquello' y es imposible callarlo." Yo no puedo callar a mi demonio, pero en fin, en este libro lo escucharé únicamente cuando susurre "amo", porque aquí no pretendo entablar polémicas; sólo quiero enseñar a leer.

 

 

FRAGMENTO DE LEER Y OÍR LEER, DE ANTONIO CASTILLO GÓMEZ

 

       (…) Los libros no son nada, o casi nada, sin la lectura, esto es, solo adquieren su verdadero sentido al ser leídos». Esta toma de posición radical desde las primeras líneas nos pone sobre aviso del eje que vertebra todo el libro. La perspectiva de Antonio Castillo Gómez se enmarca en la transformación que recientemente ha experimentado la historia del libro, a la cual se ha sumado la historia de la lectura. Dicha orientación se fundamenta en la estética de la recepción, teniendo en cuenta que, para comprender la escritura en toda su complejidad, es necesario un estudio de la lectura.

       Según lo anterior, el acto de lectura no es un acto pasivo, sino que, desafiando cierta lógica sustancialista, la lectura reacciona ante el texto, reinterpretándolo. Leer es una actividad interpretativa e inconclusa, como la obra invisible del escritor del relato ‘Pierre Menard autor del Quijote de Borges’. Este énfasis en la recepción nos alerta de una característica esencial de lo escrito. Los textos no son unidades indivisibles. Su carácter fragmentario se suplementa –aunque su apertura seguirá siendo radical, puesto que las posibilidades de lectura, recepción y reinterpretación son inagotables– con la constante relectura. La pluralidad e indeterminación de lectores y situaciones implica que el texto jamás es idéntico así mismo, sino que va cambiando a medida que va siendo leído y que se produce una «fusión de horizontes», como ha dejado bien establecido Gadamer, entre los factores que componen el entramado de sentido. En definitiva, el texto no es inmutable, sino que es un producto cultural variable. Igualmente, este dispositivo se encuentra, constantemente sometido a las mediaciones sociales que son su condición misma de posibilidad.

 

 

FRAGMENTO DE SOBRE LA LECTURA,

DE ESTANISLAO ZULETA

 

(…) Al final del prólogo de la Genealogía de la moral Nietzsche dice que requiere un lector que se separe por completo de lo que se comprende ahora por el hombre moderno. El hombre moderno es el hombre que está de afán, que quiere rápidamente asimilar; “por el contrario, mi obra requiere de lectores que tengan carácter de vacas, que sean capaces de rumiar, de estar tranquilos”. Nietzsche dice que “existe la ilusión de haber leído, cuando todavía no se ha interpretado el texto. Y esa ilusión existe por el estilo mísero en que escribe.

 

Pero él va más lejos, el texto que viene más a la mano es el Zaratustra y se encuentra en el primer discurso del Zaratustra. Dice Nietzsche que va a contar la manera como el espíritu se convierte en primer lugar en camello, el camello se convierte en león y éste

se convierte finalmente en niño.

Nietzsche dice que primero el espíritu se convierte en camello, es el espíritu que admira, que tiene grandes ideales, grandes maestros. Por ejemplo, en el caso de Nietzsche, Schopenhauer, y una inmensa capacidad de trabajo y dedicación; el camello es el espíritu sufrido, el espíritu que busca una comunidad con cualquier cosa. –Es un aspecto que se refiere al pensamiento, todo el Zaratustra es una teoría del pensamiento–. Si no se logra leer así, no se entiende nada; pero el espíritu no es sólo eso, admiración, dedicación, fervor, y trabajo; el espíritu es también crítica, oposición y entonces dice que el espíritu se convierte en león; Como león se hace solitario casi siempre y en el desierto se enfrenta con el dragón lleno de múltiples escamas y todas esas escamas rezan una misma frase: tú debes. Entonces el espíritu se opone al deber, es el espíritu rebelde, el que toma el tú debes como una imposición interna contra la cual se rebela, que mata todas las formas de imposición y de jerarquía, pero que todavía se mantiene en la negación. Y dice Nietzsche que el león se convierte finalmente en niño y explica así: el niño es inocencia y olvido, un nuevo comienzo, y una rueda que gira, una santa afirmación. Eso ya no es rebelión contra algo; la rebelión contra algo sigue estando determinada por aquello contra lo cual uno se rebela, de la manera en que por ejemplo el blasfemo sigue siendo religioso, porque para pegarle una puñalada a una hostia hay que ser tan religioso como para tragársela; es inocencia y olvido; olvido en Nietzsche es una fórmula muy fuerte, una potencia positiva.

 

 

 

NOTAS EN LA BITÁCORA

 

·       Aprender a leer es lo más importante que me ha pasado en la vida.

                                                                       Mario Vargas Llosa.

·         De los diversos instrumentos inventados por el hombre, el más asombroso es el libro; todos los demás son extensiones de su cuerpo… Sólo el libro es una extensión de la imaginación y la memoria. Jorge Luis Borges.

·         En muchas ocasiones la lectura de un libro ha hecho la fortuna de un hombre, decidiendo el curso de su vida. Ralph Waldo Emerson.

·         La lectura es a la mente lo que el ejercicio al cuerpo. Joseph Addison.

·         Lee y conducirás, no leas y serás conducido. Santa Teresa de Jesús.

·         Que otros se ufanen de los libros que han escrito; a mí me maravillan los que he leído. Jorge Luis Borges.

·         Para viajar lejos, no hay mejor nave que un libro. Emily Dickinson.

·         Un libro hermoso es una victoria ganada en todos los campos de batalla del pensamiento humano. Honoré de Balzac.

·         El hallazgo afortunado de un buen libro puede cambiar el destino de un alma.

Marcel Prévost.

·         Carecer de libros propios es el colmo de la miseria. Benjamín Franklin.

 

 

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