LA
BIBLIOTECA
El aire es allí diferente.
Está erizado todo por una corriente
Que no viene de este o aquel texto,
Sino que los enlaza a todos
Como un círculo mágico.
El silencio es allí diferente.
Todo el amor reunido, todo el miedo reunido,
Todo el pensar reunido, casi toda la muerte,
Casi toda la vida y además todo el sueño
Que pudo despejarse del árbol de la noche.
Y el sonido es allí diferente.
Hay que aprender a oírlo
Como se oye una música sin ningún instrumento,
Algo que se desliza entre las hojas,
Las imágenes, la escritura y el blanco.
Pero más allá de la memoria y los signos que la imitan,
Más allá de los fantasmas y los Ángeles que copian la memoria
Y desdibujan los contornos del tiempo,
Que además carece de dibujo,
La biblioteca es el lugar que espera.
Tal vez sea la espera de todos los hombres,
porque también los hombres son allí diferentes.
O tal vez sea la espera de que todo lo escrito
Vuelva nuevamente a escribirse,
Pero de alguna otra forma, en algún otro mundo,
Por alguien parecido a los hombres,
Cuando los hombres ya no existan.
O tal vez sea tan solo la espera
De que todos los libros se abran de repente,
Como una metafísica consigna,
Para que se haga de golpe la suma de toda la lectura,
Ese encuentro mayor que quizá salve al hombre.
Pero, sobre todo, la biblioteca es una espera
Que va más allá de letra,
Más allá del abismo.
La espera concentrada de acabar con la espera,
De ser más que la espera,
De ser más que los libros,
De ser más que la muerte.
Este hermoso poema acerca de la biblioteca, pertenece al
poeta argentino Roberto Juarroz, y
es parte de su “Poesía Vertical”.
PREFACIO DEL LIBRO
CÓMO LEER Y POR
QUÉ, DE HAROLD BLOOM
No hay una sola manera de leer bien,
aunque hay una razón primordial por la cual debemos leer. A la información
tenemos acceso ilimitado; ¿dónde encontraremos la sabiduría? Si uno es
afortunado se topará con un profesor particular que lo ayude; pero al cabo está
solo y debe seguir adelante sin más mediaciones. Leer bien es uno de los
mayores placeres que puede proporcionar la soledad, porque, al menos en mi
experiencia, es el placer más curativo. Lo devuelve a uno a la otredad, sea la
de uno mismo, la de los amigos o la de quienes pueden llegar a serlo. La
lectura imaginativa es encuentro con lo otro, y por eso alivia la soledad.
Leemos no sólo porque nos es imposible conocer bastante gente, sino porque la
amistad es vulnerable y puede menguar o desaparecer, vencida por el espacio, el
tiempo, la comprensión imperfecta y todas las aflicciones de la vida familiar y
pasional.
Este libro enseña cómo leer y por qué,
y avanza afianzándose en una multitud de ejemplos y muestras: poemas cortos y
largos, cuentos y novelas. No debe pensarse que la selección es una lista
exclusiva de qué leer, se trata más bien de una muestra de obras que mejor
ilustran por qué leer. La mejor forma de ejercer la buena lectura es tomarla
como una disciplina implícita; en última instancia no hay más método que el
propio, cuando uno mismo se ha moldeado a fondo. Como yo he llegado a
entenderla, la crítica literaria debería ser experiencial y pragmática antes
que teórica. Los críticos que son mis maestros - en particular el Dr. Samuel Johnson
y William Hazlitt - practican su arte a fin de hacer explícito, con cuidado y
minuciosidad, lo que está implícito en un libro. En las páginas que siguen, ya
trate con un poema de A. E. Housman o una pieza teatral de Oscar Wilde, con un
cuento de Jorge Luis Borges o una novela de Marcel Proust, siempre me ocuparé
sobre todo de modos de percibir y comprender lo que puede y debe hacerse
explícito. Dado que para mí la cuestión de cómo leer nunca deja de llevar a los
motivos y usos de la lectura, en ningún caso separaré el "cómo" y el
"por qué". En "¿Cómo se debe leer un libro?", el breve
ensayo final de su Lector Común (Volumen II), Virginia Woolf hace esta
encantadora advertencia: "Por cierto, el único consejo que una persona
puede darle a otra sobre la lectura es que no acepte consejos". Pero luego
añade muchas disposiciones para el gozo de la libertad por parte del lector, y
culmina con la gran pregunta "¿Por dónde empezar?" Para llegar a los
placeres más hondos y amplios de leer, "es preciso no dilapidar ignorante
y lastimosamente nuestros poderes". Parece pues que, mientras uno no
llegue a ser plenamente uno mismo, recibir consejos puede serle útil y hasta
esencial.
Woolf, por su parte, había encontrado
asesoramiento en Walter Pater (cuya hermana le había dado clases), y también en
el Dr. Johnson y los críticos románticos Thomas de Quincey y William Hazlitt,
sobre el cual hizo esta maravillosa observación: "Es uno de esos raros críticos que han pensado tanto
que pueden prescindir de la lectura." Woolf pensaba incesantemente, y
nunca dejaba de leer. Tenía buena cantidad de consejos para dar a otros
lectores, y a lo largo de este libro yo los he adoptado muy contento. El mejor
es recordar: "Siempre hay en nosotros un demonio que susurra 'amo esto, odio
aquello' y es imposible callarlo." Yo no puedo callar a mi demonio, pero
en fin, en este libro lo escucharé únicamente cuando susurre "amo",
porque aquí no pretendo entablar polémicas; sólo quiero enseñar a leer.
FRAGMENTO DE LEER
Y OÍR LEER, DE ANTONIO CASTILLO GÓMEZ
(…) Los libros no son nada, o casi nada,
sin la lectura, esto es, solo adquieren su verdadero sentido al ser leídos».
Esta toma de posición radical desde las primeras líneas nos pone sobre aviso
del eje que vertebra todo el libro. La perspectiva de Antonio Castillo Gómez se
enmarca en la transformación que recientemente ha experimentado la historia del
libro, a la cual se ha sumado la historia de la lectura. Dicha orientación se
fundamenta en la estética de la recepción, teniendo en cuenta que, para
comprender la escritura en toda su complejidad, es necesario un estudio de la
lectura.
Según lo anterior, el acto de lectura no
es un acto pasivo, sino que, desafiando cierta lógica sustancialista, la
lectura reacciona ante el texto, reinterpretándolo. Leer es una actividad
interpretativa e inconclusa, como la obra invisible del escritor del relato
‘Pierre Menard autor del Quijote de Borges’. Este énfasis en la recepción nos
alerta de una característica esencial de lo escrito. Los textos no son unidades
indivisibles. Su carácter fragmentario se suplementa –aunque su apertura
seguirá siendo radical, puesto que las posibilidades de lectura, recepción y
reinterpretación son inagotables– con la constante relectura. La pluralidad e
indeterminación de lectores y situaciones implica que el texto jamás es
idéntico así mismo, sino que va cambiando a medida que va siendo leído y que se
produce una «fusión de horizontes», como ha dejado bien establecido Gadamer,
entre los factores que componen el entramado de sentido. En definitiva, el
texto no es inmutable, sino que es un producto cultural variable. Igualmente,
este dispositivo se encuentra, constantemente sometido a las mediaciones
sociales que son su condición misma de posibilidad.
FRAGMENTO DE SOBRE
LA LECTURA,
DE ESTANISLAO
ZULETA
(…) Al
final del prólogo de la Genealogía de la moral Nietzsche dice que requiere un
lector que se separe por completo de lo que se comprende ahora por el hombre
moderno. El hombre moderno es el hombre que está de afán, que quiere
rápidamente asimilar; “por el contrario, mi obra requiere de lectores que
tengan carácter de vacas, que sean capaces de rumiar, de estar tranquilos”.
Nietzsche dice que “existe la ilusión de haber leído, cuando todavía no se ha
interpretado el texto. Y esa ilusión existe por el estilo mísero en que
escribe.
Pero
él va más lejos, el texto que viene más a la mano es el Zaratustra y se
encuentra en el primer discurso del Zaratustra. Dice Nietzsche que va a contar
la manera como el espíritu se convierte en primer lugar en camello, el camello
se convierte en león y éste
se convierte
finalmente en niño.
Nietzsche
dice que primero el espíritu se convierte en camello, es el espíritu que
admira, que tiene grandes ideales, grandes maestros. Por ejemplo, en el caso de
Nietzsche, Schopenhauer, y una inmensa capacidad de trabajo y dedicación; el
camello es el espíritu sufrido, el espíritu que busca una comunidad con
cualquier cosa. –Es un aspecto que se refiere al pensamiento, todo el
Zaratustra es una teoría del pensamiento–. Si no se logra leer así, no se
entiende nada; pero el espíritu no es sólo eso, admiración, dedicación, fervor,
y trabajo; el espíritu es también crítica, oposición y entonces dice que el
espíritu se convierte en león; Como león se hace solitario casi siempre y en el
desierto se enfrenta con el dragón lleno de múltiples escamas y todas esas
escamas rezan una misma frase: tú debes. Entonces el espíritu se opone al
deber, es el espíritu rebelde, el que toma el tú debes como una imposición
interna contra la cual se rebela, que mata todas las formas de imposición y de
jerarquía, pero que todavía se mantiene en la negación. Y dice Nietzsche que el
león se convierte finalmente en niño y explica así: el niño es inocencia y
olvido, un nuevo comienzo, y una rueda que gira, una santa afirmación. Eso ya
no es rebelión contra algo; la rebelión contra algo sigue estando determinada
por aquello contra lo cual uno se rebela, de la manera en que por ejemplo el
blasfemo sigue siendo religioso, porque para pegarle una puñalada a una hostia
hay que ser tan religioso como para tragársela; es inocencia y olvido; olvido
en Nietzsche es una fórmula muy fuerte, una potencia positiva.
NOTAS EN LA BITÁCORA
· Aprender a leer es
lo más importante que me ha pasado en la vida.
Mario
Vargas Llosa.
·
De los diversos instrumentos inventados por el
hombre, el más asombroso es el libro; todos los demás son extensiones de su
cuerpo… Sólo el libro es una extensión de la imaginación y la memoria. Jorge
Luis Borges.
·
En muchas ocasiones la lectura de un libro ha
hecho la fortuna de un hombre, decidiendo el curso de su vida. Ralph Waldo
Emerson.
·
La lectura es a la mente lo que el ejercicio al
cuerpo. Joseph Addison.
·
Lee y conducirás, no leas y serás conducido. Santa
Teresa de Jesús.
·
Que otros se ufanen de los libros que han escrito;
a mí me maravillan los que he leído. Jorge Luis Borges.
·
Para viajar lejos, no hay mejor nave que un libro.
Emily Dickinson.
·
Un libro hermoso es una victoria ganada en todos
los campos de batalla del pensamiento humano. Honoré de Balzac.
·
El hallazgo afortunado de un buen libro puede
cambiar el destino de un alma.
Marcel Prévost.
·
Carecer de libros propios es el colmo de la
miseria. Benjamín Franklin.
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