sábado, 6 de mayo de 2023

El ensayo parte dos _ Recopilación y Producción Carlos Mario Garcés Toro

 

EL ENSAYO PARTE DOS

 

No hay peor pobreza que la pobreza del lenguaje, que

                                    trae la pobreza de los pensamientos y emociones.

Víctor Sengler.

 

 

ENSAYO SOBREEL HOMBRE EN BUSCA DE SENTIDO,

DE VIKTOR FRANK

 (Viena, Austria, 1905-1997)

 

  Por Julio Injoque

 

ENSAYO EXPOSITIVO

 

 

La Segunda Guerra Mundial fue uno de los eventos más espantosos en la historia del hombre. Los derechos de innumerables personas fueron vulnerados y se pudo ver cómo la violencia no tiene límites cuando está acompañada de intereses egoístas. Esta realidad fue la que experimentó Viktor Frankl, quien pasó tres años sobreviviendo las inhumanas condiciones de los campos de concentración nazis. Estas vivencias, junto a sus conocimientos en neurología y psicología, hicieron posible que en 1946 publicase su libro más famoso, El hombre en busca de sentido.

 

Esta obra relata con mucho detalle el modo de vida dentro de los campos de concentración, mostrando cómo el exterminio era llevado a cabo por los oficiales alemanes. En medio de este entorno, y muchas veces al borde de la muerte, Viktor Frankl logró mantener la cordura suficiente para luego reflexionar sobre la condición humana.

 

El hombre en busca de sentido está conformado por varias partes, pero cabe destacar tres que se entienden como fases qué atravesaban los prisioneros. En primer lugar, se encuentra el internamiento, donde las personas eran movilizadas en grandes grupos a través del tren. Los vagones solo contaban con un respiradero, situación que aumentaba la desesperación de la gente. De esta forma los prisioneros se iban acostumbrando al horror, y empezaban a ver la muerte como una vía de escape frente al sufrimiento.

 

Luego estaba la vida en lo mismo campos, es aquí donde todo rastro de voluntad empieza a desaparecer. Los recién llegados aún experimentan sentimientos como la nostalgia, recordando a sus familiares y seres queridos, pero esto es contrastado por el rechazo y repugnancia que les produce su entorno. Las emociones se van adormeciendo y la apatía se apodera de la mente. El autor explica que este es el mecanismo de defensa que utilizaron para afrontar el dolor, los abusos y la crueldad.

 

La última fase corresponde a la liberación. Los prisioneros que lograron sobrevivir son ajenos al mundo, y experimentan un estado llamado “despersonalización”. Todo lo que los rodea les parece irreal, como parte de un sueño del que pueden despertar. Algunos consiguen reintegrarse a la sociedad y asumen lo ocurrido como una pesadilla que han logrado superar, mientras que otros son consumidos por la amargura y desilusión.

 

A partir de su propia experiencia, Viktor Frankl concluye en El hombre en busca de sentido que todas las personas tenemos la capacidad de vencer las dificultades que se presentan en nuestro camino. Lo importante es descubrir aquella verdad que nos motiva, la cual sirve como esperanza ante cualquier tipo de situación. Estas son las bases de la logoterapia, un tratamiento científico que desarrolló en función de la voluntad como motivación primaria.

 

 

ENSAYO INTRODUCTORIO AL LIBRO CÓMO LEER Y POR QUÉ,

DE HAROLD BLOOM

(USA, 1930-2019)

 

 

No hay una sola manera de leer bien, aunque hay una razón primordial por la cual debemos leer. A la información tenemos acceso ilimitado; ¿dónde encontraremos la sabiduría? Si uno es afortunado se topará con un profesor particular que lo ayude; pero al cabo está solo y debe seguir adelante sin más mediaciones. Leer bien es uno de los mayores placeres que puede proporcionar la soledad, porque, al menos en mi experiencia, es el placer más curativo. Lo devuelve a uno a la otredad, sea la de uno mismo, la de los amigos o la de quienes pueden llegar a serlo. La lectura imaginativa es encuentro con lo otro, y por eso alivia la soledad. Leemos no sólo porque nos es imposible conocer bastante gente, sino porque la amistad es vulnerable y puede menguar o desaparecer, vencida por el espacio, el tiempo, la comprensión imperfecta y todas las aflicciones de la vida familiar y pasional. Este libro enseña cómo leer y por qué, y avanza afianzándose en una multitud de ejemplos y muestras: poemas cortos y largos, cuentos y novelas. No debe pensarse que la selección es una lista exclusiva de qué leer, se trata más bien de una muestra de obras que mejor ilustran por qué leer. La mejor forma de ejercer la buena lectura es tomarla como una disciplina implícita; en última instancia no hay más método que el propio, cuando uno mismo se ha moldeado a fondo. Como yo he llegado a entenderla, la crítica literaria debería ser experiencial y pragmática antes que teórica. Los críticos que son mis maestros - en particular el Dr. Samuel Johnson y William Hazlitt - practican su arte a fin de hacer explícito, con cuidado y minuciosidad, lo que está implícito en un libro. En las páginas que siguen, ya trate con un poema de A. E. Housman o una pieza teatral de Oscar Wilde, con un cuento de Jorge Luis Borges o una novela de Marcel Proust, siempre me ocuparé sobre todo de modos de percibir y comprender lo que puede y debe hacerse explícito. Dado que para mí la cuestión de cómo leer nunca deja de llevar a los motivos y usos de la lectura, en ningún caso separaré el "cómo" y el "por qué". En "¿Cómo se debe leer un libro?", el breve ensayo final de su Lector Común (Volumen II), Virginia Woolf hace esta encantadora advertencia: "Por cierto, el único consejo que una persona puede darle a otra sobre la lectura es que no acepte consejos". Pero luego añade muchas disposiciones para el gozo de la libertad por parte del lector, y culmina con la gran pregunta "¿Por dónde empezar?" Para llegar a los placeres más hondos y amplios de leer, "es preciso no dilapidar ignorante y lastimosamente nuestros poderes". Parece pues que, mientras uno no llegue a ser plenamente uno mismo, recibir consejos puede serle útil y hasta esencial. Woolf, por su parte, había encontrado asesoramiento en Walter Pater (cuya hermana le había dado clases), y también en el Dr. Johnson y los críticos románticos Thomas de Quincey y William Hazlitt, sobre el cual hizo esta maravillosa observación: "Es uno de esos raros críticos que han pensado tanto que pueden prescindir de la lectura." Woolf pensaba incesantemente, y nunca dejaba de leer. Tenía buena cantidad de consejos para dar a otros lectores, y a lo largo de este libro yo los he adoptado muy contento. El mejor es recordar: "Siempre hay en nosotros un demonio que susurra 'amo esto, odio aquello' y es imposible callarlo." Yo no puedo callar a mi demonio, pero, en fin, en este libro lo escucharé únicamente cuando susurre "amo", porque aquí no pretendo entablar polémicas; sólo quiero enseñar a leer.

 

 

EL JUEGO*

ALEJANDRO LÓPEZ

(Medellín, 1876-1940)

 

 

El juego es la actividad que consiste en el empleo ordenado de las facultades por el agrado que su ejercicio produce. El hombre es un ser organizado para la actividad, hacia la cual le impulsan constantemente los órganos; el reposo es estado pasajero y temporal, necesario para la recuperación de fuerzas. El hombre contemporáneo emplea una buena parte de sus energías en el trabajo, al cual dedica próximamente la mitad de su tiempo de vigilia; la otra mitad, resta- das las horas de reposo y de refectorio, la dedica usualmente al juego; una minoría, variable según el estado de desarrollo intelectual y económico de cada país, reemplaza el juego por el ejercicio de algún empeño favorito o afición, y algunos hombres, ejercen las tres actividades alternativamente, dándole así mayor variedad e intensidad a la vida.

Fue el juego, indudablemente, la primera actividad del hombre primitivo; al menos se infiere así del estudio de las tribus salvajes durante el período histórico. El escaso desarrollo mental, la carencia de recursos artificiales y el con- tacto inmediato y continuo con la naturaleza, lo inducían a la caza y a la pesca como medios de ejercitar su actividad, y a la danza, como medio de entretenimiento social y afectivo; más tarde aparecieron los juegos sedentarios, como las cartas, ajedrez, etc., propios para distraer las veladas de invierno o los ocios de la ciudad. Finalmente, de años atrás vienen extendiéndose los juegos deportivos reglamentados y que llevan en casi todas las lenguas el nombre inglés de origen:  foot-ball, tennis, baseball, boxeo, cricket, alpinismo, polo, etc.

Tratemos de establecer ahora algunas analogías y diferencias entre las dos actividades de que hemos venido tratando y la del juego. El juego, como el trabajo, es posible sin la iniciativa que requieren las actividades favoritas; tiene de común con la actividad económica y con la predilecta el ser ejercicio de facultades; pero en tanto que el género de trabajo puede no coincidir con las aficiones o preferencias del trabajador, el del juego y el de la actividad favorita son y deben ser de libre elección para cada individuo y se ejercitan con atención espontánea; el juego, sin embargo, se diferencia de la actividad favorita en que de ésta resulta algo o se trata de crear algo, mientras que del juego no resulta sino el agrado o placer de las facultades en actividad, y si hay triunfo es en contra de obstáculos buscados exprofeso, no hallados o confrontados en el curso de una obra.

Cuando el individuo posee capacidades excepcionales para un juego dado, al que por lo mismo se dedica con fervor y aun apasionadamente, el juego tiende a convertirse en actividad predilecta. También se observa que jugadores distinguidos se tornan en profesionales, pasando del juego al empeño favorito y de éste al trabajo en el mismo género de deporte. Inversamente, se observa que algunas personas trabajan por mero deporte, porque le hace falta emplear de ese modo sus facultades, aunque por otra clase de consideraciones no han menester trabajar y aún desearían suspender esa ocupación.

Hay una forma de actividad favorita que tiende a convertirse en simple ejercicio de facultades sin la menor ventaja social, tanto en el género de las actividades manuales como en el de las intelectuales. El hobby literario, por ejemplo, puede resultar un verdadero juego intelectual sin más consecuencias que el agrado del agente, sin ventaja alguna para la sociedad.

Finalmente, anotaremos que los juegos deportivos no dejan de tener sus influencias sobre el trabajo. A más de ser muy adecuados para el cultivo de la salud y la resistencia física, y de la benéfica influencia sobre el temperamento del individuo, obsérvese que los deportes son medios irreemplazables para educarlo en disciplinas que el trabajo presupone y requiere, tales como la fuerza de voluntad, el hábito de exactitud y precisión, la aptitud para subordinarse y coordinarse, el juicio rápido y certero seguido de la acción instantánea consiguiente bajo sanciones inmediatas, el hábito de obrar en  team o acción conjunta en que el uno suple las deficiencias del otro y todos subordinan su triunfo personal al del grupo en perfecta cooperación, etc. Además, quienes se preocupen por investigar las condiciones en que el trabajo da más alto rendimiento no pueden limitar su campo al período del trabajo diario, sino que deben extenderlo a circunstancias que influyen directa o indirectamente en su productividad, como el alojamiento, el descanso y el sueño, lo mismo que el empleo que el trabajador haga de las horas restantes de su vigilia; y es claro que los deportes le brindan al trabajador un cambio de actividad física y mental que efectuará una recuperación más o menos completa de fuerzas y de atención para el trabajo.

A este respecto conviene observar que hay tanta analogía entre las tres actividades que venimos comparando, que bien puede atribuírsele al juego el origen del trabajo, y no a la esclavitud, como lo atribuyen algunos. Es racional suponer que, de pescar, a cazar y subyugar animales, el hombre pasara a aprovecharlos para sus necesidades, en cuanto escasearon los frutos espontáneos.  La esclavitud vendría más tarde, al refinarse la satisfacción de necesidades orgánicas y de defensa o agresión, empleando las víctimas de la derrota (como una concesión, en lugar de sacrificarlas) en las fabricaciones y trabajos semejantes; al menos es más lógico suponer que el esclavo reemplazó al amo en los trabajos más duros, dejándole a éste más tiempo para sus juegos, que aceptar que antes de haber esclavos no existiese trabajo alguno. En todo caso, la teoría del origen del trabajo como natural secuencia del juego es más fecunda y de proyecciones más ilimitadas que la otra. Es más fecundo, en efecto, suponer que el juego sirvió de introducción al trabajo, y que por eso el hombre tiende a transformarlo en juego, que derivar de la esclavitud las formas superiores de trabajo hacia las cuales tiende la humanidad.

 

* Game en inglés, aunque la idea del autor queda mejor expresada por el verbo inglés to play, que se emplea ya se trate de juegos de cartas, de deportes, ejecuciones musicales o representaciones teatrales, etc.

 

 

 

 

DETONANTE PARA LA PRODUCCIÓN

NARRATIVA O POÉTICA

 

 

FIGURA LITERARIA

 

LA PROSOPOPEYA

 

La prosopopeya o personificación es una figura que consiste en atribuirle el don de la palabra a plantas, animales o a objetos inanimados como una silla, un cuadro, un libro, etc.

 

MONÓLOGO DE LA URRACA

Carlos Mario Garcés Toro

 

                                        Parada una urraca

                                        en la rama de un abeto

                                        pensaba y se decía:

                                        -Vida buena la mía

                                        que no tengo que pensar

                                        en que comeré mañana

                                        como si lo hace el de la granja

                                        que agitado acumula

                                        y en su ancha cama se ahoga

                                        por no encontrar llenura

                                        su apetito voraz,

                                        y sin acordarse que un día

                                        vendrá la parca

                                        y sin decirle nada

                                        se lo llevará.

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