Un poeta de
Simón Mesa, entre la ruptura y el encantamiento
--- Víctor
Bustamante
--- Para
Natalia
--- Para
Marcela
--- Lo que hay
que abonarle a Un poeta es que poco a poco empezamos a
salir de ese estorbo, de esa mácula; mejor, mancha en que se ha convertido el
cine no solo en Medellín, sino en el país, ya que algunos realizadores por
imitar la obra de Víctor Gaviria, terminaron convertidos en epígonos y falsos
analistas de la relamida realidad social al hacer películas sobre sicariato,
como si ante su falta de creatividad y riesgo descansaran en el oasis bajo y
barato de la mafia. Esa idea de visualizar o escribir sobre el presente que
siempre huye viene de la apoteósica definición de Miller, que sé que muchos
cineastas no saben quién es, y por lo tanto no lo han reflexionado; y es cuando
el talentoso Henry, añadía que el artista no es una a arista, sino que es como
una antena que capta la sociedad. Estas palabras han sido recogidas por algunos
ávidos y avivatos de la realidad social dizque para expresar, en este caso a
Medellín. Ciudad solo expresada desde la óptica cómoda, simplista y sin
crítica, sino frágil miserable y domeñada por los noticieros como único
referente intelectual de estas personas que solo ven a Medellín desde esa
óptica empañada de mugre al pensar que la ciudad es solo una tina sangrienta.
De tal manera si nos atenemos a lo de Miller vemos que estos cineastas solo
dirigieron sus antenas oxidadas a mirar hacia los barriecitos de las comunas
donde la vida no solo fluye en las babas injuriosas de las bandas, sino que va
de la mano de lo que no tuvieron en cuenta, la dura concepción y dura lucha por
la existencia. La vida no se vive allí la vida vive.
--- Además, esta
actitud ha llevado a que Medellín solo sea mirada y admirada en el exterior
como un nido de matones y de droga, pero quienes aún realizan documentales
sobre los barriecitos y solo idealizan una parte nefasta, dejan de lado el rico
ambiente popular olvidando que solo es una parte de la ciudad, ya que hay otros
paisajes, hay otras actitudes y momentos emblemáticos. Así, inferimos que
quienes hacen este tipo de películas solo revalúan la porno miseria como
intento de arte, no como reflexión. Desde esta pobreza mental solo buscan
asistir y ser premiados en festivales de alta y baja estofa, adosados al
sentimentalismo por los sicarios, por el paisaje inacabado de ladrillos que
arden al sol de verano, astillando de una manera barata la falsa conciencia
social de aquellos que persisten en el mismo tema que sirve de impronta para
darle una mínima mirada a lo que en realidad es Medellín.
--- De ahí lo
valioso de Un poeta de Simón Mesa, ya que deja de lado esa
temática, y al buscar otro camino, ha creado una ruptura con el cine en
Medellín y quizá del país. Al abandonar ese quejumbroso neorrealismo paisa que
se muerde la cola y llena de admiración a los estólidos jurados de festivales
europeos.
Un poeta, por fortuna, se ha salvado de seguir ese
camino recalcitrante tantas veces realizado, ya que se atreve en parte a una
mirada diferente, y esa mirada diferente nos agasaja, aunque sea de una manera
parcial. De ahí que, Un poeta, ha creado una ruptura en parte
con la temática mohosa que creo que ha terminado con algo tan lamentable
como, Matar a Jesús, y con todo ese ripio que prosigue con cine y
libros sobre sicariato.
--- Un
Poeta es admirable, a pesar de alguna parte de los diálogos, y a
recurrir a la palabra gonorrea que ya estamos jartos de
escucharla, lo cual da signos de que Simón Mesa no debe ser un gran lector,
pero sí tiene algún sentido de la crítica y gusto
por hacer otro tipo de cine. Afirmo lo de los diálogos porque a veces me da la
intención de pensar que, debido a ellos, a Simón aun lo seduce el neorrealismo
de paja y cartón corrugado de colegio que ha debilitado el cine y la literatura
en el país.
--- Oscar
Restrepo entrega su visión no solo de la poesía, sino del ser poeta, él no vive
de la poesía, sino para la poesía, lo cual da una mirada honesta de su ser. Eso
sí, es un poeta anacrónico que exhibe, como un centinela, en la pared de su
cuarto la fotografía de José Asunción Silva, aquel poeta, al cual le decían los
bogotanos José Presunción Silva por vestir elegante y parecer un dandy francés
en las calles polvorientas de una ciudad fría y distante. Además, de mantener
comunicación con Huysmans a quien le enviaba orquídeas frescas a París, para
que, sensible y decadente, percibiera el olor del trópico, y viviera sus
deliciosas depravaciones. Pero Silva no se suicidó por ser un poeta maldito
como slogan, sino debido a que se había gastado la fortuna familiar en excesos
y en viajes. De ahí que Oscar Restrepo al marcarse el corazón como el poeta
bogotano lo hace más como imitación, y por no ser un gran poeta, que por la
deficiente percepción de lo que es un poeta maldito, ya que prefiere beber en
las calles, como si en ellas exprimiera su poesía y, además, mostrara su sed de
sacrificio entre comillas por la sociedad que no lo escucha en esa
autoinmolación de tanto poeta sin poemas, puros nonchalants. Hay un dicho en el
Centro, de que si en Junín alguien grita: Hey, ¡poeta!, miran aludidas y
aturdidas las personas que caminan pensando que han sido reconocidas. Eso sí,
en la peli, como añaden los gomelos, hay un gran momento cuando el poeta en
plena noche de la calle y de la vida, recita a todo pulmón el Nocturno; uno de
los grandes poemas de un excepcional poeta como fue Silva.
--- Pero si al
poeta Oscar Restrepo lo cautiva la distorsionada lectura de la vida de Silva,
lo que es notorio es su complicado amor por las letras, al no querer trabajar,
por querer vivir de la poesía, lo cual es difícil,
al no ser uno de los avivatos del Festival de poesía,
porque el poeta Òscar con su actuación cautiva, así como cautiva a su madre,
porque es un buen hijo, eso sí contemplado e incomprendido a morir solo por su
madre aunque no le presta el auto, él se lleva, y eso sí, y
lo mantiene azotado para que sea profesor, lo cual contradice el poeta ávido de
la calle y de la noche y de sus dos libros, y que en la calle exhibe sus
andrajos de poeta triste o mejor de poeta maldito, entre comillas, porque esta
decisión y entereza es de más peso, ya que si bien hay una perturbadora y honda
crítica sobre algunos poetas, la cosa es de más peso porque sí hay verdaderos
poetas que son inmolados por la indiferencia de cierta cultura paisa
arrodillada a los culebreros y trovadores que habitan La Alpujarra.
--- Lo cierto es
que Oscar, valiente a veces, cobarde y timorato en otras ocasiones, pero eso sí
decidido con su arte, termina alejado de la poesía en parte al trabajar como
profesor improvisado; y en esas aulas como jaulas encuentra lo que él considera
una gran poeta, que es Yurlady, la cual lo deja perplejo, ya que una chica que
no sabe nada de poetas ni de sus menjurjes, escribe poesía íntima y tan fresca
y tan fácil, que cautiva a Oscar que, a pesar de su facha, a pesar de su amor a
la poesía y a pesar de sus dos libros no ha expresado su ser. En otras palabras
solo ha escrito basurita personal: le huye la dura experiencia, ante la
cantaleta familiar que le exige la farragosa necesidad de ser útil. Pero Oscar
no se enloquece, al aislarse en un colegio, sino que se convierte en el
manager, consejero y admirador de Yurlady. Sus mismos alumnos, molestos y
envidiosos, le dicen que solo le gustan los poemas de esa chica indolente que
escribe para desagraviar su interior y para salir de ese embotellamiento y pobreza
ante una familia destrozada, ante hermanas ya madres a temprana edad y ante
padres ausentes y sin cinco, y cosas de esas que ya sabemos que ocurren allá en
los barrios altos, y es aquí donde Simón no es capaz de apartarse de ese
paisaje visto tantas veces en otras películas como si este fuera el paisaje
férreo de Medellín para cautivar los europeos y su remordimiento
tercermundista.
--- Hay una parte
valiente en Un poeta, y es la crítica mordaz a aquellos muñidores
que, con su microempresa familiar de poesía, pensaron que eran los dueños y
expertos de la poesía en Medellín y no dejaron de ser unos charlatanes, como si
se pudieran fabricar chorizos totalitarios, persistiendo en añadir
que con su festival habían salvado a Medellín ante los ríos de
sangre que corrían por las calles, según ellos, lo cual cautivó a
los europeos otra vez para que les dieran más dinero a estos agalludos, que aun
piensan que son los mesías y salvadores de la poesía en el país cuando solo
siguen la tradición de los comerciantes paisas.
--- Unas palabras
de Yurlady, que escribe por pasión para desahogarse, los define, no le gusta ir
a esas reuniones, ya que en ese antro de Epicuro, lo que se enseña y escribe en
la Escuela de poesía, no le gusta, claro que ella tiene razón por algo específico,
allá en la llamada Escuela de poesía, donde seguro han dictado clases otros
poetas del exterior y de la comarca fingiendo de malditos y malitos, solo se
demuestra esa parte mentirosa que avasalló y puso de rodillas a los
ingenuos vates que querían dizque ser reconocidos internacionalmente. Y es
precisamente allí donde la película adquiere otro aire más poderoso, ya que ahí
están ellos, estos vividores de la poesía, estos negociantes, estos mentirosos
y okupas que piensan que su concepción de la poesía, con su fraternidad de
pandereta, como poesía social militante y mugrosa, es la que vale, y
no el alma pura a veces cándida, y eso sí honesta como la de Yurlady que, a
pesar de ser indiferente al ámbito de reuniones como que poéticas, nos
conmueve. Y eso sí Yurlady, que sí es poeta, no se soporta así misma con su
indiferencia, con su desazón, con lo interesada que es como su madre y su padre
y esa familia que habita una pieza con perro a bordo.
--- Pero aquí no
acaba la película ya que subyace como, una
corriente subterránea, la relación de Oscar con su hija, esa hija que, sí es su
amor, a pesar de ser una adolescente cruel, intransigente y mala persona, que
le da pena que la vean con su padre. Al final del filme se reencuentran y ella
le lee uno de sus poemas. Juro que vi durante la proyección en el teatro lleno,
allá en la Florida, madres llorando y profesoras con los ojos acuosos,
parejitas moqueando; lo cual da cuenta del manejo de los tiempos narrativos de
su director.
--- Oscar
Restrepo, protagonizado por Ubeimar Ríos, quedará como un personaje en el cine;
es preciso, cauteloso, conversador, acelerado, lloroncito, trabajador de calle,
medio vago y medio poeta, además valorado en medio de esa tragedia no solo de
la película de la cual lleva el peso no solo con su inteligencia y su corazón
de cristal, sino también con su buena actuación.
Con Un
poeta ocurre una ruptura temática en parte, lo cual da un aire
diferente, fresco, donde es posible buscar otras historias, eso sí despojándose
del mismo paisaje allá en los barrios que ha sido contado no solo por la
literatura de quiosco que vuelve cada año sobre la ciudad como una peste negra,
sino por el cine que aniquila con el mismo tema. Cierto, en Medellín existen
otras historias que contar como dice el cantautor Harold Dávila, y esas otras
historias hay que decirlas, escribirlas, no quedarse solo con la misma temática
de siempre y apartar a la ciudad de ese velorio continuo con matoncitos en cada
película y en cada novela, con el mismo telón de fondo las callecitas
inacabadas, los muros desolados y desnudos de ladrillo cariado, donde a los
ingenuos, pero interesados, que posan de cineastas, hacen turismo irregular,
como los estólidos turistas de otros países y del interior, incluso; que de día
van a San Javier a montar en las escaleras eléctricas, ven los mercadillos de
chucherías y pasan de largo por esas calles que fueron violentas, ya que la
noche los espera para el festín. Droga, sexo y licor o lo uno o lo otro, no se
tiene escapatoria decía el Poeta triste a Heleno de Troya.
--- Al salir del
teatro, atestado de personas, uno siente cierta felicidad. Hemos visto una
hermosa película. Nunca del fracaso como se estila
porque el poeta debe persistir. Recordemos que unas ochenta editoriales
rechazaron la obra de Samuel Beckett, y por ninguna razón el irlandés se
dispuso a llorar con lágrimas de cocodrilo como Oscar; por el contrario, tenía
su arma personal, eso sí sin vanidades, su voluntad, y su armazón y talento. Lo
demás son las volutas elaboradas con detergente para el éxito.
….
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