jueves, 4 de julio de 2024

La literatura no sirve para nada

 

La literatura no sirve para nada

Faber Cuervo

Lo que voy a decir no tiene vuelta de ojo, es más fácil que brote leche de cabra de un cultivo de fresas a que yo me retracte de lo que demostraré: La literatura no sirve para nada. Solo enseña tonterías y necedades, lo único que contienen todas esas toneladas de papel impreso, fruto de la desocupación y la falta de oficio de gente improductiva. Definitivamente, la literatura apenas produce majaderías y simplezas como estas:

1.         Nos enseña a no aburrirnos.

2.         Nos lleva a enamorarnos de la vida.

3.         Nos hace soñar despiertos.

4.         Nos enseña a hablar y pensar correctamente.

5.         Nos genera ideas.

6.         Nos entrena en el observar y el escuchar con atención.

7.         Nos persuade en lo maravilloso que es tener un cuerpo, manos, pies, ojos, boca, nariz.

8.         Nos motiva a asombrarnos de lo que acaece.

9.         Nos abre a la empatía.

10.       Nos enseña a amar.

11.       Nos despierta al sexo.

12.       Nos incita a imaginar.

13.       Nos reta a buscar la singularidad.

14.       Nos alienta a reprogramar nuestras existencias.

15.       Nos enriquece el inconsciente.

16.       Nos activa la memoria celular.

17.       Nos lleva a conocernos a nosotros mismos.

18.       Nos induce a reconocer a los otros.

19.       Nos hace humanos, más humanos.

20.       Nos exhorta al buen vivir.

21.       Nos interroga lo que somos.

22.       Nos ilumina el horizonte.

23.       Nos ayuda a cambiar la manera de ver el mundo.

24.       Nos hace detener para sentir pensando y pensar sintiendo.

25.       Nos desata el sentimiento, la sensibilidad y el pensamiento.

26.       Nos muestra qué tanto damos la espalda al deseo.

27.       Nos enseña a esforzarnos, luchar y arriesgar.

28.       Nos ayuda a encontrar nuevas respuestas a las preguntas: ¿para qué vivo?, ¿Cuáles son mis imperativos?, ¿Cuál es mi obra de teatro en la sociedad?

29.       Nos introduce en el camino de la verdad personal.

30.       Nos muestra otros niveles de la realidad que corresponden a la ficción y la fantasía.

Hay otras 50 boberías que enseña la literatura, pero no insistiré en convencerlos de algo tan evidente. Mejor, miremos algunas de estas insensateces en detalle:

1.         La literatura nos enseña a amar. Desde la antigüedad, una gran cantidad de poetas y escritores se ha dedicado a escribir sobre el arte de amar. Orlando, el furioso, amó locamente a Angélica quien lo inspiró en su lucha contra los sarracenos. El Quijote emprendió su cadena de aventuras por amor digno a su propia vida desahuciada y a la de una tal Dulcinea del Toboso, hasta trepar a la lucidez del delirio y la locura cuerda. El cuento El canario, de Katherine Mansfield es la historia de una mujer que huye de la soledad amando un canario. «Quizá en este mundo no importa mucho lo que uno quiere, pero hay que querer algo», dice su protagonista. El viejo no sería nada si no fuera por el mar, eran pareja. Guy de Maupassant insiste en la necesidad de festejar los cuerpos. Su cuento La felicidad perdida es un crudo testimonio de la frustración de un hombre que en edad tardía se lamenta porque en su pecho nunca reposó una cabeza femenina.

2.         La literatura nos alienta a imaginar. La imaginación es quizás el único territorio donde podemos estar libres. Ella nos libera de las ataduras de la razón que crea monstruos, de la lógica y lo recto que niega lo curvo. ¿Por qué nos gusta Alicia en el país de las maravillas, Harry Potter o los cuentos de Asimov? Autores y lectores nos convertimos en demiurgos y arañamos la divinidad cuando flotamos en las atmósferas de universos fabulados.

3.         La literatura nos lleva a conocernos a nosotros mismos. Gracias a la literatura rusa y a la tragedia griega, Freud construyó el psicoanálisis. Los conceptos del complejo de culpa y el parricidio fueron extraídos de las novelas de Dostoievski. El complejo de Edipo y el de Electra nacieron de la lectura de la tragedia. Shakespeare nos ayuda a vernos cuando nos sumerge en el alma humana, en sus pasiones, virtudes y miserias. Al leer la vida de otros, por efecto espejo, nos conocemos a nosotros mismos.

4.         La literatura nos induce a reconocer a los otros, a entender que el otro no existe, pues el otro soy yo. Ella es fuente de tolerancia. Nos dice que un hombre es todos los hombres pues cargamos la protohistoria, la prehistoria y la historia. Somos el antiguo primate, el neandertal, el Cromañón, el homínido, el homo sapiens. Somos, también, Babilonia, el antiguo Egipto, Grecia esplendorosa, persas, otomanos, europeos, americanos. Y somos todos los que habitan el presente con sus diarias batallas y esperanzas. En la lectura nos fundimos con los protagonistas, nos sensibilizamos con sus aventuras y vivencias. La literatura nos hace seres universales, nos hermana inclusive con criaturas no humanas como la ballena Moby Dick, como el perro Buck, de El llamado de la selva, como La tortuga gigante, de Horacio Quiroga.

5.         La literatura nos hace humanos, más humanos, al tomar distancia de los comportamientos animales mecánicos, repetitivos y de mera sobrevivencia. Al salir del esquema de «dormir-buscar-comida-copular-ir al baño-volver a dormir». Al asumir una ética y una política porque sin ética (cuidado de sí) y sin política (cuidado de los otros) no se puede acceder a la dimensión humana.

6.         La literatura nos exhorta a vivir mejor, a gastarnos gozosamente entre la desgracia y la felicidad, entre la pasión y la virtud. La vida es ganar y perder, es un descenso y un ascenso. Es comedia y tragedia. ¿Quién puede salirse de la comedia humana? Ni Bartleby, ni el Dr. Mathurin lo lograron. Bartleby, el escribiente (Hermann Melville), no quiere vivir pues vivir es hacer, y Bartleby nada quiere hacer, y siempre responderá a cualquier propuesta «preferiría no hacerlo». En Los funerales del Dr. Mathurin (Flaubert), un hombre vive en una perpetua bacanal para resistirse a las contingencias de la vida. Ambos personajes nos cuestionan sobre qué es vivir bien, ¿cómo se puede ser feliz sin luchar?, ¿sin una causa?, ¿sin un sentido?

7.         La literatura nos ayuda a renovar la mirada sobre la vida. Ayuda a redescubrir y renombrar las cosas del mundo. Por las palabras entran todos los seres y objetos a nuestra habitación de lectura. Walt Whitman y Vicente Huidobro no aceptaron el mundo que les relató la cultura establecida, ellos se dieron a la tarea de reinventarlo desde su propia intuición, creación y mirada.

8.         La literatura nos fortalece para superar miedos. Una terapéutica literaria nos podría recetar píldoras de letras así: Para liberarnos del temor al envejecimiento, leamos El retrato de Dorian Gray. Para tratar el temor a la enfermedad, leer La montaña mágica o Memorias de Adriano. Para disolver el temor a ser estúpido leamos cualquier libro de Moliere. Para superar el temor al deseo, leamos Las mil y una noches. Para que no suframos al perder lo que no puede durar, leamos a Sartre. Para zafarnos de ese temor a no ser un buen patriota o de haber perdido los grandes ideales, leamos El hombre sin atributos.

En síntesis, la literatura es un medio para asumir nuestra propia vida, nuestros propios ideales, retos, elaboración del deseo y la falta. La literatura no reemplaza la vida. Nos pone unos ojos nuevos para ver el mundo. No nos lleva a matar el tiempo, sino a pensar la vida. Ella no es para saber más y jactarnos de ello; nos enseña a vivir mejor. La literatura no sirve para nada, pero recordemos la lógica simbólica, una doble negación equivale a una afirmación.

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