martes, 30 de diciembre de 2014

2014: año de centenarios en la literatura_ vertigopolitico.com

Octavio Paz (1914-1998)


Por obvias razones Octavio Paz, el único Premio Nobel de Literatura mexicano hasta el momento, acaparó los reflectores. Su centenario motivó la visita de intelectuales como Norman Manea o Tzvetan Todorov y la magna exposición Octavio Paz y el Arte. En esto ver aquello, así como la reedición de sus obras completas por el Fondo de Cultura Económica.
En la edición 677 de Vértigo el crítico Evodio Escalante definió al autor de Estación violenta: “Fue un escritor abierto a su entorno. Devoró y asimiló a Neruda. Paz siempre quiso ser el primero, no uno más. Cuando se dio cuenta que en México el ambiente estaba muy viciado consiguió la beca Guggenheim y viajó a Estados Unidos. En su idea por ser el mejor se radicalizó. Entre 1945 y 1946 conoció a los surrealistas y se les sumó, aunque de manera tardía porque la mata del movimiento fueron los años veintes o treintas. Aun así le funciona y dice: ‘Yo estoy en la vanguardia’. Por si fuera poco teoriza su posición y eso lo fortalece. Paz no fue nada más poeta, también tuvo una vena crítica impresionante (…) Más allá de sus posiciones políticas sus textos son una lección inagotable”.
La figura de quien escribió El laberinto de la soledad aún despierta simpatías y animadversiones. Una semana después, en nuestra edición 678, el ensayista Heriberto Yépez puso el dedo en la llaga: “Paz fue siempre más o menos tradicionalista en literatura y conservador en política. Supo trazar muy bien la vida literaria mexicana y los rangos con que se piensa políticamente al intelectual dentro del país. Por eso resulta casi una blasfemia decir que Paz fue reaccionario: logró imprimir su pensamiento conservador en muchos, de tal modo que resulta difícil distinguirlo”.


Efraín Huerta (1914-1982)


Poeta emblemático de la Ciudad de México, Efraín Huerta se preocupó por hacer una literatura comprometida con su entorno y cercana al lector de a pie. El autor de Los hombres del alba y Poemínimos fue celebrado sobre todo en la capital del país.
En la edición 691 de este semanario Juan Domingo Argüelles, crítico y poeta, definió al escritor: “Podemos ubicarlo en dos etapas fundamentales. La primera corresponde a un poeta sutil y melancólico. Pese a que tiene profundos intereses sociales, pertenecientes a una izquierda militante, escribe poemas amorosos y sutiles. Fue una parte que destacó incluso Octavio Paz. Después viene un Efraín Huerta que a todo ello le añade un gran sentido del humor y una gran concentración del lenguaje. Aquí encontramos sus poemas urbanos Avenida Juárez, el libro Circuito Interior, los Poemas prohibidos, y varios más que tienen que ver con una veta civil, ya muy relacionados a lo político y a su simpatía con el comunismo. Nació en Silao, pero el DF lo atrapa. Es por excelencia el poeta urbano. La gran virtud de Efraín Huerta fue no abrigar la vanidad de convertirse en estatua, supo envejecer y vivir congruentemente con lo que pensó. En esta segunda etapa encontramos también los Poemínimos y su gran sentido del humor (…) Huerta está dentro del marco de los poetas sociales que se desarrollaron cuando estaba la disputa entre el comunismo real y la democracia”.


Julio Cortázar (1914-1984)


El cuento latinoamericano no se puede entender sin Julio Cortázar. RayuelaLos premiosHistorias de cronopios y famas son clásicos del idioma. La influencia del argentino aún se extiende a los narradores contemporáneos.
Así lo expresó en nuestra edición 701 Ignacio Padilla: “El tipo de escritor que pueda haber sido Julio Cortázar depende de las muchas lecturas que a lo largo de los años se han hecho de él. Para mi generación es, sobre todo, ‘el cuarto mosquetero’, el gran miembro de ese cuarteto central latinoamericano que constituyeron Carlos Fuentes, Gabriel García Márquez, Vargas Llosa y el propio Cortázar. Fue un narrador de senectud. No deja de sorprender que se le mire en la misma generación que a Mario Vargas Llosa, cuando los separaba una distancia temporal de veintitantos años. Él más bien era de la generación de Borges, pero parecía siempre un adolescente, no sólo por su físico sino también porque la suya era una literatura festiva, innovadora, arriesgada, aventurada. Representa la culminación del gran cuento latinoamericano moderno comenzado por Macedonio Fernández y seguido por Borges, Arreola, Monterroso y Rulfo”.


Adolfo Bioy Casares (1914-1999)


Más discreto, pero no por ello menos relevante, Adolfo Bioy Casares creó escuela dentro del género fantástico.
“Creo que lo que entendemos por literatura fantástica corresponde a lo que es mi obra; o si no a algo que no me gusta nada, que es la ciencia-ficción. Cuando leo libros de ciencia-ficción generalmente me parecen malos o no me interesan. Y tengo la melancólica convicción de que se me ocurren historias de ciencia-ficción con bastante frecuencia”, comentó alguna vez el autor argentino.
Colaboró con Jorge Luis Borges en títulos realizados a cuatro manos y que firmaron con los seudónimos de H. Bustos Domecq y Benito Suárez Lynch. A los dos se sumó Silvina Ocampo, quien fuera su esposa, para la elaboración de algunas antologías, siendo tal vez la más relevante la Antología de la literatura fantástica, que supuso para muchos —entre ellos quien esto escribe— un primer acercamiento a la literatura asiática. Se le agradecen también obras comoLa invención de MorelDiario de la guerra del cerdo y el monumental Borges.


José Revueltas (1914-1976)


Son pocos los intelectuales con la coherencia y el compromiso de José Revueltas, hombre de izquierda y prosa contundente. Dios en tierraEl apando y Los muros de agua figuran como títulos indispensables. En nuestra edición 713 Carlos Ramírez hizo una acuciosa disección de su pensamiento político: “Su marxismo y su comunismo partían de la reflexión, quizá como pocos marxistas en la izquierda mexicana. Por eso Revueltas combatió al marxismo acomodaticio de Vicente Lombardo Toledano, al marxismo vulgar de otros militantes que se quedaban en la reproducción de frases y no en el materialismo dialéctico, y al marxismo colaboracionista de Lombardo y de Víctor Rico Galán, quienes buscaban un pacto con la pequeña burguesía y al que calificaban como sector nacionalista del gobierno”.
Para el crítico y narrador Ignacio Trejo Fuentes, en tanto, Revueltas es una suerte de isla dentro mapa de la literatura mexicana: “No se montó al tren del caballito y los balazos. Abordó los problemas políticos desde otra perspectiva. Antes de la Revolución los lectores mexicanos estaban saturados del indigenismo; después entraron en juego otros conflictos, pero también se saturó. Revueltas era como una isla porque era diferente a todos”, explicó en la edición 714 deVértigo.
Finalmente, el cronista J. M. Servín lo calificó en nuestra edición 715 como el “único gran escritor de la contracultura mexicana (…) Tuvo un compromiso con los bajos fondos y consiguió poetizar la miseria de la vida urbana. Su visión trágica tiene una resonancia actual por la forma en que vivimos. Podría haber quedado como el primer beat mexicano de no ser porque su ideología política lo volvió un tipo solemne, demasiado barroco en su pensamiento político pero sobre todo sin sentido del humor. Su visión de la vida era demasiado trágica y comprometida con su ideología como para permitirle comportamientos irreverentes”.


Fuente: http://www.vertigopolitico.com/articulo/28598/2014-ao-de-centenarios-en-la-literatura

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