(1 de mayo de 1892, Caldas - 4 de octubre de 1979, La Ceja)
LAS DOS AVENIDAS
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Por la avenida del olvido, lento
iba mi corazón convaleciente,
iba medio feliz, medio sonriente,
casi sin un dolor, casi contento.
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Ya no tenía nubes en la frente
y estaba más sumiso el pensamiento,
y en ese fino y cálido momento
nada oscuro guardaba ya en la mente.
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Yo miraba las aves y las hojas,
la tarde ardía de pinturas rojas,
cuando te ví de nuevo y no me viste.
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Yo dejé del olvido la avenida
y tomé del amor, la conocida,
y por la del olvido tú seguiste.
SOLEDADES
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Pesa el ambiente y un doliente peso
hace llorar la página del día;
se me rompen la voz y la alegría
en esta soledad de carne y hueso.
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Se me clava la ausencia de tu beso
y hace sangre mi luz. Yo te diría
que ya mi corazón perdió la vía,
porque el tuyo ha olvidado su regreso.
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A esta casa sin miel y sin objeto,
hasta la lumbre le faltó al respeto
y el viento y el amor la han golpeado.
.
Es una isla conmovida, en donde
se oye de noche, pávido, y se esconde,
el grito de un fantasma enamorado.
TRAGEDIA DE UNA VIRGEN
Era una buena chica, bien plantada,
Vivaz, alegre, fina, coquetona,
Era una gran delicia su persona
Por dioses y por diosas alabada.
Las tres gracias le dieron la corona,
Y por grandes poetas celebrada
Fue en el alto Parnaso señalada
Como la más picante y la más mona.
Pero el amor –el bicho entre los bichos-
Que tiene sus manías y caprichos
De su moral va siempre a la defensa.
-Virgen y rica soy… me dijo un día,
Y exclamé sin creer lo que decía:
¿Virgen y millonaria? ¡Que vergüenza!
Cambio de Escena
Yo vivía al derecho y buenamente,
era dueño y señor de mi pobreza,
pero nunca faltaron en mi mesa
el pan ni la botella de aguardiente.
Yo era el amigo de la buena gente,
yo no dejaba entrar a la tristeza
en mi sangre y reía con largueza
y era ingenioso y casi inteligente.
Me divertía con sabrosas ganas
y al aire echaba canas, tantas canas,
que invadió la calvicie mi cabeza.
Pero un día la muerte —actriz notable—
abrió otra vez mi puerta respetable
y la velada convirtió en tragedia.
En Casa
Yo soñaba en mi casa, viejo, oscuro,
entre libros y lágrimas y penas,
y aspiraba a quitarme las cadenas
y huir, saltando por el alto muro.
Ya mi razón se iba del seguro,
mis manos no eran ya las manos buenas
que de heridas con sal se alzaban llenas
y a un milímetro estaba del cianuro.
Entró una sombra azul, qué bien lucía,
y dijo en baja voz —¿Decirme quiere
si vive aquí el cantor Ciro Mendía?
Yo que al piano ensayaba un miserere,
le dije sin creer lo que veía:
—No, señor, aquí muere.
En los Funerales de un Amigo
Qué exequias más hermosas, qué gentío,
cuántas flores y sombras, cuánta pena,
con su mutis quedó sola la escena,
cuántas hojas caídas sin rocío.
Qué silencio en las voces, y qué frío
por el amigo muerto. Gime llena
de angustia el alma por el alma buena,
cómo me dueles, compañero mío.
La amistad y el amor están presentes,
la pluma y el talento están de luto,
nieblas hay en los ojos, en las frentes.
Y pienso al ver el fúnebre ajetreo
que por razones de mi ceño hirsuto
no irá a mi entierro nadie, ni yo, creo.
Fuente:http://faustomarcelo.blogspot.com/2016/12/poemas-de-ciro-mendia.html
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