RESEÑA PERSONAL.
Participante y coordinador de talleres literarios para niños, jóvenes y ancianos en la Universidad de Antioquia, Biblioteca Pública Piloto y Colegio Marymount, de Medellín. Jurado nacional en varios concursos de cuento infantil y jurado en el primer Concurso de Poesía DIAN, en el Nivel Central, de Bogotá. Fundador del taller “Los Amigos de las Letras”, para mayores de 60 años.
Ha publicado “Cantos de Verano” (poesía), y han aparecido poemas suyos en “Taller de Escritores 10 Años”(antología), “Poetas en Antioquia” (antología) y en diarios y revistas del país. Mención especial en el concurso “Autores de Hoy”, convocado por el Concejo de Medellín, con el libro “El Panteón Incompleto”. Finalista en el Concurso de Cuento “Ciudad de Barrancabermeja 1997”, con el texto “Una Entrevista para Alfredo”. Tercer premio de poesía en el XXXIV Certamen Literario Internacional “Odón Betanzos Palacios”, convocado por el Círculo de Escritores y Poetas Iberoamericanos de Nueva York, con el libro “La Calle de las Complacencias”.
Tiene varios libros inéditos, en prosa y poesía.
P O E M A S D E V E R A N O
TESTAMENTO
He quemado mi vida en las llamas del amor entre las piernas de putas y de vírgenes, he vivido las grandes aventuras que el corazón impone con fervor y audacia inimitables; he cogido con mis manos el Sol y me tragué la Luna en noches estelares. Hoy, ya lejos de la aurora y cerca del ocaso, sigo alegre y vital por el sendero que inexorablemente ha de llevarme de regreso al polvo. Pero no importa: realicé lo que me dio la gana y no guardo ningún remordimiento. Mis cenizas y mi amor junto con mis escasos versos los dejo al mar, a los peces, a la brisa y, por supuesto, sin reparo o engaño, a quienes aun contra su fe me amaron.
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POEMA ESCATOLÓGICO
Me gustaría orinar el cielo desde la mitad del mar para fertilizar las estrellas y darte las flores más bonitas que produzca el firmamento.
Me gustaría eso y mucho más (talvez parezca obsceno) porque te amo tanto y tanto quiero darte que no sé ya que ofrendar en los extraños y amorosos días venideros, ante el tibio contacto de tus manos, al pie de la montaña consagrada por las muchas caricias y los besos que invocan a los dioses tutelares en la dulce oración de la promesa y en la no menos dulce del silencio.
¿Comprendes ahora, amor profundo, la razón por la que tanto insisto, desde la mitad del mar, en lanzar mi dardo de orines hacia el cielo?
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VIAJES Y FORMAS DE BELCEBÚ
En los viejos barcos que cruzan los océanos desde tiempo inmemorial, y más precisamente, en los sueños delirantes de los esclavos, en las faltriqueras de algunos marineros, en los cofres cerrados de ávidos piratas, en las valijas repletas de los inquisidores que viajan listos para estrenar su látigo o el potro de tormento de las tecnologías, viaja también orondo como un don Juan hermoso de pronto camuflado, Belcebú el tolerante, señor de los infiernos, el que cruza los mares para cazar incrédulos como cruzan los patos su corral y su estanque, y con su magia negra burlarse de los blancos.
Yo lo he visto en las noches, alegre como un enano, con sus cuernos de cabro y su chivera hirsuta montando las doncellas que acorrala en las costas o en los claros selváticos que invitan al sabbat, volando como un pájaro sobre los matorrales, comiendo como un gigante, o incendiando las tierras que horadan sus pezuñas. A veces es un gentleman que agrada a las señoras y un amigo sin tacha para el cornudo esposo, lo mismo que un juguete para niños de brazos que miran inocentes sus cachos y su cola.
En ciertas ocasiones es como un gato negro, como un perro sin patas, como liebre sin orejas. Y así por todas partes, desde África hasta Europa, desde el Norte hasta el Sur, por Asia y por América, viaja como un grumete o fino capitán, siempre cantando y riendo, libre como un don Nadie, ya que en todos los tiempos fue un bravo navegante que supo inflar sus velas con pedos perfumados en las noches de luna y en días invernales. Así es don Belcebú, señor de los infiernos, el grande y omnisciente caballero del mundo.
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SIN TÍTULO
Amo tu vida azarosa, tu convulsionada belleza, tu mirada de virgen prostituta, tus movimientos lascivos e inocentes, tus abismos y cumbres escabrosos. Amo tu pasado inconfesable, tu palabra incendiaria y tu risa de diablesa, la torva y proclive inclinación de tus más elementales pensamientos. Amo en ti lo de adentro y lo de afuera, la constante desvergüenza de tus mentiras melosas, de tus poses obscenas.
Amo toda esa danzante y prostibularia mezcla de maldad y pureza que derramas sobre mí cuando llegas de pronto, inesperadamente, a cubrir con tu ternura, ambigua y espontánea, la nunca fatigada soledad de mi vida.
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EVA
Eva, la de los ojos marinos la de cuerpo insular y sonrisa bucanera, la de verbo oceánico y espíritu guerrero; la que en un cuento pirata, legendario y nostálgico como el recuerdo de un amor perdido, desplegó las velas de mi fantasía por las aguas bullentes de la imaginación.
¡Eva! ¡Eva! Mi corazón corsario vuelve a soltar amarras por tu voz de espuma, por tu abordaje ignoto, por tu batalla inmensa. En las cofas de mis barcos desolados he podido revivir edades de oro al escuchar de tus labios las canciones que tanto presentí sobre las olas en esas noches de luna y de silencio cuando busqué fantásticas historias y una calma imposible a mis tormentas.
¡Eva! ¡Eva! Sigue cantando tu canción profunda, y bese el mar los secretos pasadizos que circundan tu enigmática belleza, donde zarpan veleros enjarciados (polvo de estrellas en tu hermoso pelo) con las hebras sin fin de tus palabras.
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A LAS PUTAS
Hace muchos años una puta a quien amé con toda el alma me enseñó que la lengua hay que lavarla para que el mal aliento no haga estragos, la saliva sea más apetecible y los labios más sensuales al besar. Era joven, y yo también lo era; pero su experiencia en el amor sobrepasaba en mucho mi pobre ingenuidad.
Hoy recuerdo, sumido en la nostalgia, que fuimos dos amantes con esa fuerza ciega de los que tienen todo aunque de nada saben. Su cuerpo licencioso era una seda ardiente guardiana de sus grutas húmedas y tersas, y aquel dulzor salobre de ostra con melao.
Fue así como entendí que hay más ternura y vida en putas declaradas que en vírgenes de loza; que aquéllas son el nervio profundo del océano y éstas (pobres tontas), si acaso, pueden ser algún yerbajo estéril prendido en la ribera.
Entonces, para siempre, mi corazón pirata soñando con las putas se enamoró del mar.
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LA HUMANIDAD
(A Raúl Gómez Jattin, en su tumba) La Humanidad es más que puta: A los muertos los recuerda, los cultiva, los explota... A los vivos los persigue, los aplasta, los destroza. Los hunde... los hunde...
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LA APARICIÓN DE JOSÉ
Yo andaba por el desierto, junto a la playa (y esto no es un sueño), cuando apareció María, cálida como un sol, tierna como la brisa marina, temblorosa y lejana como una estrella.
Sus ojos brillaban con un fulgor travieso repletos de inmensidad, en el cielo plomizo de mis pocas esperanzas y alegrías.
El mar en calma, con sus olas tranquilas besaba los extremos de su desnudez.
- ¡María! - grité, con toda la ansiedad de un adolescente extraviado mientras ella miraba, atónita y desconfiada, los pasos inseguros de mi acercamiento como si fuese un fantasma surgido de las arenas bajo la noche embrujada, dispuesto a despojarla con manos gaseosas de su nocturna belleza.
Apenas había llegado junto a su forma morena cuando escuché de su boca nutrida de imprecaciones la voz, ronca y vacía como violín sin cuerdas, que sentenciaba imponente contra mis pobres oídos: -¡Anda, tú, demonio de los demonios! ¡No soy ninguna María! ¡Yo soy el negro José!
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A S E S I N O S
El arma tenía silenciador porque los asesinos, como todos los cobardes, la mataron a mansalva. A la fija, con alevosía, sin que mediara palabra le dispararon por la espalda, desde lejos, a ella, la más tierna, la más bella, la consentida de mis afectos, la que a sus 14 años buscaba, como todos los seres soñadores, una oportunidad en la vida, para luchar, para surgir, para dar lo más noble que guardaba dentro de sí. A ella, precisamente a ella, la asesinaron vilmente porque no resistieron la inconmensurable transparencia de su corazón preadolescente.
Los asesinos que la mataron, y todos los asesinos del mundo, son unos hijos de puta por siempre en la eternidad.
Fuente: http://www.epm.net.co/~jbarros/verano3.htm
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