Si hubiese alguno en esta asamblea que
profesara entrañable amistad a César, a él
le digo que el afecto que Bruto por César
no era menor que el suyo. Y si entonces ese
amigo preguntase por qué Bruto se alzó
contra César, esta es mi contestación: «No
porque amaba a César menos, sino porque
amaba a Roma más.» ¿Preferiríais que
César viviera y morir todos esclavos,
a que esté muerto César y todos vivir
libres? Porque César me apreciaba, le
lloro; porque fue afortunado, le celebro;
como valiente, le honro, pero por
ambicioso, le maté. Lágrimas hay para
su afecto, júbilo para su fortuna, honra
para su valor, muerte para su ambición.
¿Quién hay aquí tan abyecto que quiera
ser esclavo? ¡Si hay alguno, que hable, pues
a él he ofendido! ¿Quién hay aquí tan estúpido
que no quiera ser romano? ¡Si hay alguno, que
hable, pues a él he ofendido! ¿Quién hay aquí tan vil que
no ame a su patria? ¡Si hay alguno, que hable, pues a él
he ofendido! Aguardo una respuesta. Y aún añadirá: Con
esto me despido; que igual que he muerto a mi mejor
amigo por la salvación de Roma, tengo el mismo puñal
para mí propio cuando plazca a mi patria necesitar mi
muerte.
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